miércoles, enero 09, 2008

EL PENSAMINTO REPUBLICANO EN AMERICA

EL PENSAMIENTO REPUBLICANO EN AMERICA
La Contrareforma, cuyo fundamento filosófico es el escolasticismo ortodoxo del clero regular y secular católico; la Reforma del escolasticismo liberal de Lutero de Calvino, de Zwinglío, y del anglicanismo; el Renacimiento; la Independencia norteamericana; la devolución francesa y el maquinismo inglés de fines del siglo XVIII; definen a la clase burguesa moderna. La Revolución burguesa, resultante del resumen dialéctico de estos hechos cumple, de esta manera, su misión histórica. Sistemáticamente, sintetiza este proceso revolucionario en la ciencia y en la técnica; en la filosofía y en las artes; en la economía y en la política. Sólo con la síntesis dialéctica de todos y de cada uno de estos aspectos, del mundo feudal adviene el mundo burgués. A partir de aquí empieza la existencia del Estado demo-liberal clásico en el que, todavía, se desenvuelve gran parte del mundo occidental y cristiano.
Con excepción del escolasticismo ortodoxo de la Contrareforma, en la acción social, política, económica y cultural, de América Latina, no se observa ninguno de estos hechos. Aquí, las oligarquías nativas nos orientan hacia él remedo y la adaptación a las principales formalidades de los mismos. Todo esto ocasiona desorientación en el conocimiento del acontecer americano. Esta premeditada actitud permite, finalmente, la sobrevivencia de las rígidas estructuras sociales, .políticas, económicas y culturales del virreinato, de jadas por los españoles. En lo social; la clase dominante, la clase media y la clase dominada. En lo económico: una economía mercantil de enclave basada en relaciones de producción de servidumbre señorial. En lo político: una organización donde terratenientes y clero se distribuyen el territorio y la catequizarían cristiana de sus habitantes para desintegrar al país material y espiritualmente. Esta realidad resulta reafirmada, legalizada y divinizada, por una cultura cuyo fundamento filosófico es el escolasticismo ortodoxo de la Contrareforma traído por España. El desconocimiento de estos hechos orientó un estudio que, desde sus inicios, estuvo equivocado. Confundió los planos históricos al momento del "recurso comparativo" ocasionando un mal inicio del método dialéctico en muchísimos de los que aun estudian la realidad americana. El histórico planteamiento de José Carlos Mariategui, la existencia de un Estado semi-feudal, fue suplantado por otro, la existencia de un Estado capitalista burgués. Elocuente y apostólicamente esta fantasía fue modernizada por el liberalismo y pacifismo con los que el presidente norteamericano Wííson, influyó decisivamente, en la juventud latinoamericana de la década de 1920; la generación de la Reforma a la que pertenece Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador del Partido Aprista Peruano (PAP) que, actualmente, gobierna en el Perú.
La ortodoxia escolástica española reafirma la sociedad, la economía, la política y la cultura virreinales, y, éstas, consolidad a aquélla. Con esta histórica y necesaria correspondencia le perennizan, al habitante americano, sus costumbres virreinales. Hacen que, éste, las divinice para convertirlo en el mejor de sus defensores. La domesticación de las razas aborígenes y de cerca de 200 millones de seres humanos, sometidos a una feroz despersonalización renunciando a la humanidad para ser puro instrumento del poder, fue la estrategia histórica que ayer utilizo España y, hoy, mantienen los Estados Unidos de Norteamérica en esta parte del mundo. El fundamento de muchos de las tradiciones americanas, estudiadas sistemáticamente, tienen su explicación.
Con la independencia de España, estas tradiciones se convierten en algo singular. A ellas se les agrega, solamente, una formalidad de la Francia revolucionaria: la democracia burguesa, con este fundamento América Latina, conquisto su independencia en los primeros años del siglo XIX. La conclusión de este hecho aunque lógica también fue singular. Los libertadores se preocuparon, únicamente, por expulsar a las autoridades españolas y no por cambiar ni el espíritu, ni la cultura, ni las instituciones, ni el estado, que España nos había dejado.
Las corrientes actuales del nacionalismo de los distintos estados americanos derivan, necesariamente, de esta confusión histórica que, en esencia, proviene del decadente tradicionalismo español que no desaparece en la república.
Para un buen entendimiento del desarrollo del pensamiento republicano de América, hay que admitir dos hechos de orden diferente, pero que son inherentes a él mismo: uno es el de la "Revolución de la Independencia" y el otro es el de la "Guerra de la Independencia", Casi todos nuestros estudiosos siempre han confundido estos dos hechos. Su poco dominio del método científico en el análisis no les permitió diferenciar estos términos contradictorios que, hasta hoy, son parte de nuestra realidad. Las guerras de la Independencia son un accidente necesario en el desarrollo de la "Revolución americana". Triunfar en la guerra, sin embargo, no significa "revolución".
La historia de las guerras de la Independencia se ha escrito con mucha minuciosidad. Ciando se estudia esta etapa cualquiera puede percibir el estruendo de las batallas. Aquí, la figura del guerrero es-descollante. Ama la lucha por la lucha misma. Convertido en héroe, en esta parte de la historia de la emancipación americana, fácilmente va al asalto del poder para sustituir la autoridad española, por la de él. Entra a los campos de batalla como soldado de la democracia; desbocado por la victoria, sale de ellos para convertirse en dictador. La guerra, que es un episodio necesario de la revolución, en la Independencia de España, muchas veces, es la negación de la revolución americana.
Contrariamente, la "Revolución de la Independencia" americana fue mal entendida por quienes creyeron defenderla. Debieron reaccionar contra la filosofía caduca, la escolástica, y la mantuvieron; quisieron precipitar a las nuevas generaciones en la integridad de la corriente vertiginosa de las ciencias experimentales y fracasaron; intentaron oponer el contrato social de Rousseau al derecho divino de los reyes y no pudieron. No entendieron que su convicción revolucionaria debería de formarse en el desprendimiento total de la vieja moral y de las viejas tradiciones dejadas por España. El movimiento que generaron fue el apoyo al guerrero de esta etapa. Se redujo a provocar y a reafirmar el desprendimiento político de España. No fue una emancipación espiritual de la misma. No obstante este error, ni a los "revolucionarios" ni a los "guerreros", se les puede dejar de considerar como parte del proceso de la "revolución americana".
Este estado de semi-libertad que vicia las posibilidades de una auténtica transformación política, social, económica y cultural de América Latina, es el resultado de tres siglos de sometimiento a la corona española. Este tiempo tiene tres etapas definidas: al principio, época de invasión, de indisciplina y de lucha; luego, de colonización; y, por fin, de quietud intelectual y de profundo dogmatismo moral cristiano. Moral que responde a los principios fundamentales establecidos por las "sumas teologales" de Santo Tomas. Moral desvirtuada también, por los efectos de la "yuxtaposición cultural" que la Iglesia cristiana implemento en América para la fragmentarización espiritual de sus pobladores, tanto de nativos como de criollos.
La continental manifestación de este hecho es el "criollismo”. Espiritualidad reafirmadora de valores degenerados que despersonalizan al criollo y que bestializan al nativo. Este negativo sentimiento escolástico y cristiano es el invisible pero sutil rasgo de comunidad que da categoría de universalidad a la fragmentar izada domesticación dé la conciencia del habitante continental. La cultura escolástica que nos trae el español también se degenera, a este hecho del virreinato corresponde la quietud mística de la colonia. Es la edad media americana.
Por esta época, la realidad cultural americana es singular, Domina el dogma, católico. Para este dominio se establece la inquisición.
Definitivamente instalado el Tribunal de la Santa inquisición, en 1570; se institucionaliza el terror. La iglesia cristiana, de esta manera en defensa de la fe impone el terror como norma de la vida del virreinato. Era un terror hábilmente sostenido en su aspecto legal e ilegal. Para lo legal, institucionaliza el crimen legalizado que eran los mismísimos "Autos de fe"; para lo ilegal establece la hipocresía, el chantaje, la injuria, el robo, la ostentación y el falso testimonio, como normas populares de vida para controlar a la misma población. Esta sanguinaria y brutal "defensa" de la fe cristiana exigía, también, una mejor organización del estado virreinal paralela con el desarrollo del mismo virreinato. La iglesia cristiana se organiza geopolíticamente. De la misma manera organiza al territorio peruano y americano. Los arzobispados, los obispados, las parroquias y las doctrinas, responden a esta inquietud de la Iglesia.
Por lo mismo, para un mejor desarrollo de su labor policial el Tribunal de la Santa inquisición" tampoco escapó a este tipo de organización que la época le exigía. Sus filiales mas representativas estuvieron en Charcas y en Santa Fe de Bogotá. Todas tenían su centro metropolitano ubicado en la capital del virreinato; Lima, pero con el tiempo esta misma organización, demostró su propia debilidad. El control que el tribunal limeño o capitalino ejercía sobre sus filiales resultaba débil, muchas veces inoperante cuando mas lejos se hallaba de ellas. De esta circunstancia se aprovechó el escolasticismo liberal del luteranismo, del calvinismo, y especialmente del anglicanismo. Con mucha facilidad se afincó en las colonias americanas ubicadas en la orilla atlántica del continente. De esta especie de "histórica buena suerte" no pudo gozar Lima, lugar en que, por ser capital del virreinato, el control de este Tribunal fue férreo, intransigente, brutal y, sobre todo, poderoso. Más que la cucufatería que representaba, fue su poderío el que no permitió la infiltración de ningún tipo de ideas extrañas a su ortodoxia, que en el fondo, era la defensa del Estado colonial y su sistema. Aislando a Lima también aisló a! Perú. Lo mantuvo alejado de todo tipo de desarrollo intelectual que tuviera por fundamento la ciencia experimental.
El escolasticismo liberal que, clandestinamente, llegó a Montevideo, Buenos Aires, Santiago, Santa Fe de Bogotá y Caracas permitió una mayor y mejor amplitud cultural en estas ciudades. Este es uno de los hechos fundamentales que explican su desarrollo político y cultural posterior. Aquel desarrollo, sin embargo, continuó en América, con la vieja tradicionalidad impuesta por el escolasticismo clásico; su superposición a las viejas culturas nativas de la zona. En la medida que éstas fueron desapareciendo, el criollismo de estos países resulto mas moderno, pero más desintegrador. Por otro lado, como las culturas nativas no pudieron desaparecer de sus lugares de origen, como el Perú, Ecuador y Bolivia, la superposición cultural establecida por el escolasticismo ortodoxo, se mantuvo y se reafirmo. La presencia del escolasticismo en América fue, negativamente, trascendental: a los pueblos del Atlántico, incluido Chile, los desnaturalizó con una europeización improcedente; a los pueblos del Pacífico los desarraigó conservándoles la vieja "yuxtaposición cultural" que les impusieron. (Esta desarraigo solo ocurrió con la población urbana )
Esta labor no solo estuvo a cargo de los dominicos y de los franciscanos, quienes fueron los que tuvieron la hegemonía del poder que representaba la Santa Inquisición. Con el desarrollo del mismo virreinato, acudieron en su ayuda, los jesuítas, los betlemitas y los hospitalarios. La Iglesia cristiana y con ella, la Santa inquisición no sólo organizó a los pueblos americanos dentro del modelo del primitivo señorío feudal español; sino que, también organizó, sobre este mismo modelo de feudalismo atrasado, el mundo de! pensamiento y de la actividad intelectual latino americana, que dura hasta hoy.
En América, la escolástica, como filosofía dominante, muestra también sus preferencias. Estas se personalizan a través de sus autores más distinguidos. El escolástico inglés Duns Escoto, prevalece sobre Tomás de.Aquino. Sus seguidores manifiestan un encono aparente con quienes no lo siguen. Esencialmente todos defienden lo mismo. Sus discusiones no pasan de ser una burda sutileza ideológica y un mal ejercicio demagógico que, naturalmente, termina en el vacío.
La moral cristiana de esta realidad americana no es más que una consecuencia del dogma, cristiano desvirtuado por la "yuxtaposición cultural". Todo se sobrepone sin hacer los necesarios distingos cualitativos ni las necesarias correspondencias históricas. Eh México reinan juntos, Escoto y Santo Tomás. También había cátedra de Francisco de Suárez, el teólogo español representante de una escolástica todavía poderosa y, a veces, original.
Leyendo a Menéndez y Pelayo podemos observar las tendencias más originales de la época. La de Fray Alonso de la Veracruz quien, como seguidor de Fray Luis de León, adaptó la escolástica ortodoxa a los aportes del Renacimiento, modernizando la escolástica en América. En los siglos XVI y XVII ninguna de !as manifestaciones literarias de América está libre de este dogma cristiano.
Todas las manifestaciones de filosofía española libre del dogma, cristiano, como el criticismo de Luis Vives, el plantonismo, el cartesianismo de Gómez Pereira y la escuela de Derecho natural de
Victoria, no influenciaron sobre el pensamiento de las colonias españolas, cuya libertad intelectual era mucho menor que la de España, debido al control de la Santa Inquisición fue estricto e implacable.
El plantonismo, cuya estética era la filosofía popular en Italia y en España durante los siglos XVI y XVIII al sobreponerse sobre el escolasticismo Americano se desvirtuó, convirtiéndose en una influencia extraña, informe y poco precisa. A fines del siglo XVIII, algunos aspectos de las doctrinas de Descartes y Newton se filtraron a la realidad americana. Sin duda, fueron los permitidos por la Santa inquisición. Con esto, hizo creer, en los pensadores americanos, su actualidad con las corrientes filosóficas de moda en Europa. Llegados a América, la elementalidad de estos aspectos continuo con lo establecido por la ortodoxia escolástica española. Se sobrepone al criollismo que, ya para la época, es una categoría de la idiosincracia americana. De una sobre posición tras otra, resultó una tragedia inocultable; cuando la conciencia del criollo mas se acerca a la actualidad, más se fragmentariza. Su modernidad oculta un nacionalismo que, por difuso, casi no existe. Su romanticismo histórico, como no lo siente, lo ignora. Por esto, aquellos aspectos filosóficos, de Descartes y de Newton, fueron mal comentados en el "Mercurio Peruano".
También podemos encontrar algunas novedades en los directores de la política española con respecto al Derecho natural de los indios. Ninguna de ellas, sin embargo, fueron ni originales ni autónomas. En esta situación las ubicó su dependencia del dogma escolástico y ortodoxo y la sobreposición a la cultura nativa a .que le obligó la yuxtaposición cultural establecida por la Iglesia Católica.
Con la insurrección emancipadora (1808 - 1S24) las doctrinas de libertad política de esta época hacen sentir la vieja tradicionalidad de "yuxtaposición cultural" impuesta por el dogma escolástico, desde la invasión española. Todas las constituciones dadas en Sudamérica durante la guerra de la Independencia, fueron expresión de la necesidad dominante de ese tiempo. Esa necesidad consistía en acabar con el poder político que, España, había ejercido en esta parte del continente, sin terminar con el Estado que España había construido durante su dominio.
El criollismo de nuestros precursores y Libertadores comprendió su época y le sirvió magistralmente. De la ortodoxia escolástica, del dogma cristiano, esencialidad del criollismo americano, nada mejor podíamos esperar. En ese período la "democracia" y la Independencia eran todo el propósito constitucional. La riqueza, el progreso material y cultural, la población, la industria, todos los intereses económicos, eran cosas accesorias, beneficios secundarios, intereses de segundo orden, mal conocidos, mal estudiados y peor entendidos. La presencia secular del dogma cristiano se hacía sentir. Todo se había dejado a la voluntad divina. Los libertadores no desconocieron este hecho. Ellos mismos eran sus mejores defensores. Criollamente, lo modernizaron. No esperaron la igualdad en el cielo. Mediante la "democracia”, la exigían en la tierra. El estado tradicional dejado por sus antecesores de la conquista tenía que reafirmarse con la "independencia" que ellos lograron.
En el continente americano, la presencia del escolasticismo ortodoxo y la “yuxtaposición cultural” que genera, especialmente en el Perú, es trascendental. Ocasiona un espíritu de sumisión a todo lo secundario dejado por el extranjero y de abandono, y en gran parte, hasta de odio a todo lo nativo. Este fue el efecto histórico cuya causalidad la encontramos en el transcurso de un tiempo .en que se "yuxtaponen", necesaria e históricamente, el dogmatismo escolástico traído por España con la religiosidad nativa americana. La yuxtaposición ejecutada por la catequización cristiana de estas manifestaciones culturales desvirtuó las posibilidades de entendimiento de la pureza de las raíces de ambas culturas. Desde la invasión española, esta pérdida de originalidad se convirtió en una de las categorías históricas del universo americano, que explican su tradicionalidad. Durante mucho tiempo, ortodoxia escolástica ocasiona aquí, en el criollo y en el nativo americanos, el desapego y, hasta el desprecio hacia sus propias raíces de origen.
Esta, perdida de identificación con su propia esencialidad histórica se cubre con el remedo de todo lo extraño. Bajo este espíritu fueron dadas las constituciones contemporáneas de San Martín, de Bolívar y de O'Higgins.. Esencialmente tuvieron como molde a las constituciones francesa y norteamericana. El remedo, se constituye en una tradición que reafirma su viejo origen: la "yuxtaposición cultural" que ocasiona el dogmatismo escolástico., Por esto, aquellas constituciones, más tarde, fueron repetidas casi textualmente por las constituciones ulteriores que aún subsisten, sin ningún criterio político ni social. El viejo estado colonial se modernizó. La "independencia" ocasionada por criollos, terminó siendo una libertad para criollos y no para el pueblo americano.
Algunos aspectos de la Enciclopedia; de la filosofía política de Rousseau, de Diderot, de Montesquieu, de D'A.lambert; de las ideas de religión natural; del teísmo político; y de los derechos del hombre, dejaron sentir su influencia. Esta influencia intelectual de la Revolución Francesa no se dejó sentir en toda su plenitud por ser muy débil. El control ejercido por el cristianismo a. través de la Santa inquisición, fue muy efectivo. Habría que ver la actividad de los diputados americanos a las Cortes de Cádiz de 1810 y 1812, para entender la efectividad de este hecho.
Lo poco qué se filtró a América de la toma de la Bastilla, se realizó sin método. Sin más ni más, y muy vivazmente, el dogma escolástico se le adecuó. Este hecho tuvo un objetivo: no desvirtuar La esencialidad del método escolástico de interpretación de la realidad cuyo fundamento es, hasta hoy, la infalibilidad papal y la divina certeza de- las sagradas escrituras. De esta manera, la yuxtaposición cultural se moderniza al tiempo que se hace más engorrosa. Desde luego, la democracia republicana de la Francia burguesa, aquí, se invierte. Allá, es el producto de la clase burguesa que, organizada en partido político, destruye al estado feudal aniquilando a dos de sus fundamentales sustentos: la nobleza y el dogma escolástica. Aquí, es la seudo-nobleza y el dogma escolástico quienes remedan la forma política de la clase burguesa francesa: el partido político. Con él, imitan otra forma política de la Francia revolucionaria; la democracia burguesa. La repetición de estas dos formalidades no permite destruir al viejo estado feudal dejado por los españoles. Necesariamente, la democracia termina en democratismo, hasta hoy. Esencialmente, Partido político burgués y democracia burguesa, por ser mal entendidos y mal repetidos, reafirman la "yuxtaposición cultural", consolidando la desintegración nacional, dejada, por el virreinato al tiempo que el dogmatismo escolástico los bendice.
En los años posteriores a la Independencia toda la influencia . republicana francesa descansa, en América, sobre la ''yuxtaposición cultural" mantenida por las viejas castas familiares ya constituidas, al momento, en clase dominante. Pese a la cancelación del dominio político español, su dominio filosófico, continuó. Este dominio no desaparece por la "muy poderoso, razón de la comunidad de la lengua" como sostiene Augusto Salazar Bondy (Personaje de sobresaliente actuación durante el gobierno del Grl. Juan Velasco Alvarado. Destacó por sus ensayos de carácter filosófico. El autor se refiere aquí al ensayo: "¿Existe una filosofía de nuestra América? editado por "siglo XXI editores" en 1973) sino por la secular costumbre impuesta por el invasor español desde la Inquisición. La debilidad de la influencia francesa en el proceso del desarrollo del pensamiento republicano de América se establece desde mucho antes del triunfo de la Revolución en 1789. La simbiosis que originó la yuxtaposición cultural fue original; ocasionó un conocimiento enciclopédico que mas se agrandó cuando la elementalidad de la influencia extranjera se hizo mas constante. El conocimiento en profundidad de la realidad americana fue olvidado. Las influencias extranjeras más nos desintegraron, Y, sin embargo, la revolución americana no podía prescindir de ellas.
Bajo este manto de histórica perennidad discurre la totalidad de la influencia francesa a lo largo de toda la historia republicana de América. Ella empieza con Descartes y con el sensualismo de Condillac para pasar a la filosofía política de la Revolución francesa y de sus enciclopedistas. A partir de aquí, en 1850, es notable el influjo francés del eclecticismo y del espiritualismo de Cousin, Jouffroy y de Roger Collard y el doctrinarismo de Guizot que se extienden con los libros de Saisset, de Paul Janet y de Jules Simón.
En la segunda década del presente siglo, América vuelve a soportar otra oleada de influencia francesa en la filosofía. El existencialismo de Sartre; de Gabriel Marcel, autor de "El existencialismo cristiano"; de Camus; de Henry de Luvac, defensor de la conciliación entre el marxismo y el cristianismo y de su seguidor Maurice Merleau - Ponty; y la presencia de Jean Ivés Galvez, maestro de la corriente jesuíta: que estudia al marxismo desde una visión cristiana y autor de la "Introducción al pensamiento de Marx" publicado en Francia en 1961; son remedados, brillantemente, en América. Y, especialmente en el Perú, por uno de sus mejores alumnos el jesuíta Gustavo Gutiérrez Merino, "creador" de la "Teología de la Liberación" bíblica y pesada repetición de sus maestros europeos adecuada a las necesidades 410 sólo europeas sino también americanas.
Pese a su modernismo, la mal estudiada elementalidad de estas corrientes de influencia se sobrepone a otra engendrada con el mismo defecto. Así, en esta realidad, muy americana, se adecúan los marxistas franceses: Politzer, Lefebvre, Goroudy, Golarnan y el estructuralismo de Althusser, sin olvidar a los especialistas en lengua francesa como Meyerson, Bachelard, Gonseth y Piaget. Tal vez si en esta mescolanza de elementales ideas extrañas sobrepuestas a la tradicionalidad de la yuxtaposición cultural sustentada en la permanencia del dogma escolástico dejado por España, se encuentren muchas de las explicaciones al "nacionalismo contemporáneo" de América Latina que elevado al nivel de ideología antiimperialista, terminó, casi siempre, en una idea estéril. Fácil es, desde aquí, entender el gaseoso nacionalismo antiimperialista, sin rumbo ni meta, que enarbolando la bandera de la justicia social se convierte en el Justicialismo de Juan Domingo Perón, en Argentina; y en el Hayatorrismo de Víctor Raúl Haya de la Torré, en el Perú.
Los negativos efectos del dogma, escolástico en la educación del pueblo americano se sintieron en los albores mismos de la Independencia. Muchos de sus líderes, como criollos que fueron, compren dieron que no eran ni americanos ni europeos. Sin embargo, por efectos de tradición, tenían que gobernar a sus respectivos países. A fin de desempeñar un grato papel en esta nueva tarea, se adaptaron a todos los conocidos caminos de la época. Dilatadamente, abríeron sus ojos por la avidez y el hambre de conocimientos. Estos, que fueron elementales y sin la explicación integral de su circunstancia de procedencia, resultaron alocados, no sistemáticos, no científicos. El desconocimiento de estos aspectos fundamentales de la realidad que resultaba de la aplicación del método escolástico, tenía que dejarse, siempre, en manos de la acción divina. Necesariamente los líderes de esta etapa de la Independencia, actuaron sin plan ni orden. Los problemas fundamentales a solucionarse quedaron, por esto, en manos de la Iglesia. Esta, que era la más grande feudataria de América, tenía que defender el feudalismo del Estado que representaba y el sentimiento de religiosidad popular que generaba y también para convertir al pueblo en su mejor defensor. Por esto, nunca se opuso .a la influencia de las simplezas filosóficas extranjeras de la época.
Las discusiones sobre la idea del Estado y del derecho, sobre el progreso indefinido, sobre las libertades políticas y civiles, y sobre los derechos naturales, que aquella influencia generaba, fueron vanas. No cuestionaron jamás el fundamento del origen del Estado y su sustento ideológico, y menos aún la interpelación dialéctica de estos dos aspectos. Se convirtieron en humanitarismo cristiano; en defensa del progreso por sí progreso; en sostén de las ideas morales de pecado y redención; y en la demostración del poder de la idea sobre las realidades históricas. El resumen de esta desconocida etapa de la historia americana se manifiesta en el romanticismo poético literario de la época. El poeta argentino Olegario V. Andrade y el poeta peruano José Santos Chocano, son sus mas notables ejemplos.
La oposición que aquel romanticismo ocasionó no fue dialéctica. Por esto, sin embarco, no debemos dejar de considerarla como parte del proceso dialéctico de la historia americana. De aquella discusión resalta la defensa del escolasticismo liberal, opositor del dogma escolástico. En el fondo, es la lucha entre la tradición y el liberalismo. Sin embargo, ninguna de estas corrientes reniega de su esencialidad escolástica y ninguna entiende, tampoco, que como "efecto histórico" tienen una histórica y común causalidad: la yuxtaposición que la Iglesia genera y mantiene para beneficio de la clase dominante americana. Aquella oposición, en consecuencia, no pasó mas allá del anticlericalismo, que tampoco lesionaría la esencialidad del feudalismo americano: la economía mercantil de enclave y la cultura escolástica.. Cinco nombres notables de este momento deben de citarse: Francisco de Paula Gomales Vigil, Manuel Gonzáles Prada, en el Perú; Montalvo, en Ecuador; Francisco Bilbao, en Chile; Sarmiento, en Argentina.
Desde la Independencia hasta finales del siglo pasado, y aún después, el pensamiento romántico y liberal resultan de la discusión que genera la presencia de esta elemental influencia francesa en el continente sudamericano. La secularidad del escolasticismo dejado por España, que se reafirmó con la influencia que ejercieron pensadores españoles como Jovellanos, Balmes y Donoso Cortés, impidió su total desarrollo. La presencia de ideas de hombres de la talla de Guizot, de los ideólogos y juristas franceses y aún de los analistas y lógicos ingleses pasó desapercibida. A la influencia francesa de la época se le adecuó, hábilmente, un pensamiento que salido de las canteras de la yuxtaposición cultural tenía la nobleza, el quijotismo y la dignidad caballeresca española, y tenía, también, el realismo, la laboriosidad y la fiereza andina. La presencia de estos aspectos, que nunca se integraron, se constituyeron, hasta hoy, en la base de un idealismo típico que orientó, el derecho, las actitudes y las costumbres del portador americano.
Todas las figuras del pensamiento americano Llevan el sello de este idealismo singular. Como América, todos ellos no sólo aceptan sino que también se adecúan a todas las ideas extranjeras. No las entienden, pero las repiten para estar a la moda. De la Independencia americana que suelta desbocadamente a pueblos nuevos nacidos apenas a la vida intelectual independiente, nada mejor podíamos esperar.
Tal vez ni la discusión entre el romanticismo y el liberalismo de esta época nos brinden un panorama cuyas singularidades reafirman esta particularidad americana.. Aquella discusión es un proceso que, desde luego, urge conocer. Para observar la alocada sobre posición de un extranjerismo tras otro, que tiene como base la "aculturación teologal" resultante de la "yuxtaposición cultural" ocasionada por la catequización cristiana de conquista y virreinato, no habrá mejor etapa que ésta. De este histórico laberinto cultural americano, no se escapan ni sus más "representativas" corrientes que, de nativas, solo tenían el privilegio de haber nacido en territorio continental. En este panorama, la presencia de: el naturalismo de Renán, Taine, Guyau y Fouillée; el positivismo de Comte, de Littré y de Leroux, Montaigne, Teófilo Gautier y de Anatole France; las técnicas para críticas mostradas por Villemain, Sainte-Beuve y Brumetiéro; la psicología de Paul Bourget; los supuestos psicológicos y metafísicos de Dostoievsky y de Ibsen; Nietzche; la influencia de Bergson y de William James; la filosofía de la historia de Emerson; el mesianismo del "hombre representativo" de Carlyle; Platón y Marco Aurelio; el nombre de Shakespeare, aunque fuera sólo por la sugestión creadora de Renán; los estilistas Saint Víctor y Flaubert; Ventura García Calderón, Gonzalo Zaldumbide, Alberto Falde, Vitier, Lauxor Pedro y Max Henríquez, Ureña, Emir Rodríguez Monegal, Roberto Ibañez y Mario Benedetti, mas conocidos como la generación cosmopolita de la cultura americana; fue intensa sin dejar de ser relativa.. Se convirtieron en propiedad de quienes, más tarde, como élite intelectual, reafirmarían la rigidez de la jerarquía intelectual y cultural del virreinato, pese a su procedencia mesocrática y/o popular. La población americana, si los escuchaba, pero los ignoraba; y si los repetía, desconocía los mecanismos de su procedencia. La desintegración ejecutada por el escolasticismo ortodoxo del catolicismo cumplía su exacto papel. Influenciaron en los estudios jurídicos y sociales de la época porque, precisamente, los pueblos que recién se forman buscan, en esta parte, lo social de las doctrinas que, más tarde, defienden. La singularidad del idealismo americano- hace que las generaciones del momento los lean y los defiendan.
Este hecho da paso al Modernismo. Esta otra corriente del pensamiento americano, también fue singular. Es la consumación de la defensa que los pensadores progresistas americanos de la época hacían de la unión de la escolástica con las ciencias naturales, señalando el poder ilimitado del conocimiento del hombre. Estos jóvenes aparecen a fines del siglo pasado. Julián del Casal (1883 -1893), Amado Nervo (1370 -1919), José Santos Chocano (1875 - 1934), Florencio Sánchez (1375 - 1910), José Asunción Silva (1885 - 1896), Leopoldo Lugones (1874 —> 1:9 38), Julio Herrera y Reissig (1875 -1910) y Horacio Quiroga (1878 - 1938), tuvieron en Rubén Darío (1867-1916) y José Enrique Rodó (1871 – 1917), sus mejores maestros.
E1 mejor de todos, Rodó fue la mejor manifestación, de esta singularidad. No compone obras orgánicas sino libros múltiples, cuyo prototipo es "Motivos de Proteo" escrito en 1909. Este "vagabondaggio" del espíritu, como él lo llamaba, es una múltiple enciclopedia de referencias, históricas, filosóficas, mitológicas y de observaciones y especulaciones que tienen por centro y punto de partida la personalidad del hombre: es una serie copiosa de núcleos de ensayos, de observaciones, de apuntes especulativos, de parábolas, sobre la filosofía relativista de la vida; es un cúmulo de concepciones sobre la vocación y las aptitudes para la vida; es el conjunto de ideas acerca de la vida como arte supremo; es el concepto sobre el complejo y variante ser personal del hombre y su conducta; es la serie de versaciones sobre las ideas y sus realizaciones, su petrificación y su degeneración, por obra de sectas, escuelas y partidos, al final, no dejaría de ser una de las más brillantes piezas del museo de la historia literaria muerta de América- Latina. En todas las obras que Rodó nos deja se observa la influencia de casi todos los personajes que ya hemos mencionado. Así lo constatamos en su "Rubén Darío", escrito en 1899; en su "Ariel" de 1900; en "El mirador de Próspero" de 1913, y, en sus obras póstumas; "El camino de Paros", (1918); en "Los últimos motivos de Proteo", (1932) y en su "Epistolario", (1921). Rodó admite el modernismo estético para renovar las formas rechazando los radicalismos, en cuanto sean desconocimiento de las tradiciones literarias.
La ecuanimidad y la conciliación fueron características constantes de Rodó, Amortiguó, restó fuerza combativa a las nuevas tendencias revolucionarias que por entonces aparecían. En él influenciaron casi todas las corrientes filosóficas que estuvieron presentes en la discusión entre romanticismo y liberalismo, que le antecedió. Fue la herencia generacional lógica y natural que recibió. En 1900, escribe su mejor obra; "Ariel”. Influye en casi todos los jóvenes que treinta años después serían los paladines de la Reforma Universitaria americana. En Gabriel del Mazo, el más importante teórico del Partido Radical Intransigente de Argentina; en Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador del APRA en 1924, en México y del PAP, en. 1930f en Lima; en Eugenio Cornales, Domingo Gómez Rojas, Oscar Schnake y Daniel Schweitzer, fundadores del Partido Socialista en Chile; Rómulo Betancourt y Jovito Villalba, fundadores del Partido Acción Democrática en Venezuela; en los cubanos Rubén Martínez Villenas y Jorge Mañach; y en Baltazar Brum y Justino Zavala Muñiz que dieron paso al partido Socialista de Uruguay. Tremenda sería la influencia del "Ariel" de nodo. En Colombia dio paso al Partido Liberal de Alberto Lleras Camargo; en México, al Partido de la Revolución Mexicana o Partido Revolucionario Institucional (PRÍ) de Lázaro Cárdenas, que hasta hoy gobiernan en sus respectivos países.
Todos estos aspectos de la historia del pensamiento americano se resumen en ese caos filosófico que bajo la bandera de la defensa de la "Justicia Social" defienden Juan Domingo Perón en la orilla atlántica y Víctor Raúl Haya de la Torre en la ribera del Pacífico, en el continente, sudamericano.
Ariel fue un manifiesto poético del idealismo esteticista del siglo XIX. Dio paso al "arielismo" de principios del siglo actual. Esta corriente se constituyó en un conjunto de vagas insinuaciones sin objetivo preciso. Lo social apenas si lo tocó. Lo político, de, la misma manera. Desconoció la ley universal de la lucha de clases, olvidando la polarización que ésta origina en las nociones de libertad y en los valores éticos y estéticos en el hombre. Como aquellos conceptos resultaron ambiguos, fácilmente las unió con la democracia individualista, también difusa y típica de los tiempos virreinales; como no tuvo una visión integradora y dialéctica del desarrollo histórico de la humanidad, defendió las élites en la función dirigente de la sociedad y en el progreso científico y técnico.
En resumen, el arielismo, como sistema filosófico, fue insuficiente para interpretar la realidad social y política sudamericana de aquel tiempo. Abundó en desorbitadas construcciones en el vacío. Los seguidores incondicionales del arielismo desconocieron á Rodó. No lo tomaron como el efecto histórico de un pasado que sustentado en relaciones de producción de servidumbre señorial necesitaba de una cultura escolástica para que sus mejores intelectuales fueran sus mejores representantes. Pese a que Montevideo, lugar de nacimiento de Rodó, fue una sociedad más liberal y mercantil que las de tipo aristocrático y letrado de las regiones del Pacífico, en aquella ciudad se sintieron, también, los resultados de la yuxtaposición cultural ocasionada por la catequización cristiana que nos invade desde el siglo XVI. El poblador de aquellas zonas rápidamente se modernizó al tiempo que se desvinculó, más abruptamente, de sus raíces nativas. Siempre estaba al día con las ultimas corrientes culturales aparecidas en Europa. Comparado con los pueblos de la zona del Pacífico, su. desarrollo político-social fue notable y explicable. Sin embargo, ninguno de estos pueblos escapó a los efectos de la catequización cristiana. En la parte atlántica del continente también se modernizó. Se adecuó a las influencias que procedían de afuera y las desvirtuó. Les impregnó la espiritualidad criolla que ella misma había originado y todo lo que de aquí salió fue la expresión más acabada de la ambigüedad y del oportunismo. Este fue el modernismo de Rodó y del arielismo. Frente al desconcierto que ocasionaban las doctrinas positivistas de Comte, afirmó los valores del humanismo cristiano de tradición grecolatina y cristiano clásica de la que estos países de América, eran herederos por efectos de la invasión española y que divinizaban la explotación del hombre por el nombre y las rígidas jerarquías sociales. Por esto se convirtió en el “verbo por excelencia de la cultura americana" de la época, Educado en la corriente del positivismo, al final, la rechaza; como metafísica es escéptico; no es católico ni creyente de religión alguna. Siempre está en medio de los hechos y de las cosas. Nunca se define por algo concreto. Rechaza la intolerancia jacobina tanto como la intolerancia religiosa. Cristianismo y paganismo son, para él, términos conciliables del mismo modo que la democracia igualitaria y las jerarquías colectivas y dirigentes de talento; defiende al estado laico y al mismo tiempo la libertad de cultos; sostiene que el laicismo debe armonizar con el respeto a la tradición católica de la sociedad latinoamericana; y, finalmente, no cree en el carácter sacramental de su doctrina pero lucha porque el crucifijo está en la sala de los hospitales. Al final, Rodó y el arielismo, se reafirman como la mas pura manifestación filosófica del idealismo individualista propio de los tiempos virreinales. Es el culto a las idealidades intelectuales y estéticas. Su estilo de pensar es sereno, ondulante, impecable, pero sin esperanza dialéctica alguna. Es más persuasivo que especulativo. Como no especula, no es crítico. Su escepticismo es entendible. Por esto, su actitud filosófica, olvidándose de la realidad de la que procede, se concentra en la rectificación del pensamiento por el pensamiento y en la de la conducta por la conducta.
Este individualismo virreinal le permite observar, no obstante, los peligros que oculta el mercantilismo norteamericano y su proyección de monopoliza a los pueblos sudamericanos. De esta observación sale la noción exacta de la fraternidad americana que se convierte en la "Alianza Popular Revolucionaria Americana" (APRA), para defender al continente del imperialismo norteamericano. No fue, pues, una concepción resultante de militancia de clase alguna. Todas las figuras interesantes del pensamiento contemporáneo de América llevan el sello de este idealismo del Ariel de Rodo. La mezcolanza y la ambigüedad teórica las definen. En. cada uno de los rincones del continente americano adquieren su propia fisonomía. En gran parte de los países sudamericanos podemos observar este movimiento del pensamiento. En psicología, la doctrina de las ideas-fuerzas, la primacía de la voluntad, la originalidad de la evolución psíquica; en metafísica, cierto indeterminismo, la condenación del mecanicismo; en ética, la autonomía del sujeto moral, el imperativo persuasivo, y el valor del ideal. En Métrico, a donde llega el positivismo, se nota una leve transformación en sus hombres más representativos como Antonio Caso, Ricardo Gómez Robel, Alfonso Cravioto, Rubén Valentí y otros se nota la influencia del voluntarismo, la estética neoplatónica y el pesimismo de Schopenhauer; se advierte también la presencia de Nietzsche en la discusión acerca de los valoras morales; a Wílliam James y el pragmatismo. Bergson, Boutroux, el idealismo de Gules de Goutier; así como la reacción contra todo lo que ha envejecido en Comte, Spencer, Hacckel, Taine, Renán y la sociología organicista. En Chile, Wilhelm Mann defensor de la psicología modernista de la época dirige en el instituto Pedagógico un movimiento de ideas contrario a !a tradición positivista del pueblo chileno. En el Perú, Alejandro Deustua se inspira en el voluntarismo de Hundt y en el idealismo de Fouillée y de Bergson; Javier Prado y Ugarteche, aspira a un sincretismo en que domina el idealismo de Fouillée. En Uruguay Vaz Ferréira, es un psicólogo ecléctico. En Argentina, Carlos Octavio Bonge profesa un evolucionismo dirigido por las ideas-fuerzas de la psicología modernista de la época; José Ingenieros, es un psicólogo cuyas ideas sobre el lenguaje musical fueron aceptadas por los franceses Combarieu y Charles Lalo. Y en el Paraguay, Manuel Domínguez es un educador influenciado por las doctrinas idealistas más recientes de la época.
Todos estos hombres ayudaron a comentar el pensamiento de Boufroucc y de Bergson; hicieron concebir la sociología de una manera distinta a como hasta entonces se le concebía, como capítulos diversos de una sociología colectiva; las soluciones fáciles del positivismo las reemplazaron por cuestiones más sutiles, por análisis más complejos, por datos menos exteriores y menos uniformes. A pesar que sus ideas fueron análogas, la corriente filosófica que señalaron fue nueva aparentemente. En el fondo, respetaban los fundamentos del idealismo establecido por el modernismo de Rodó, Por eso se convirtieron en el caótico sustento de ideas que, políticamente, se concretizaron en el justicialismo americano de Víctor Raúl Haya de la. Torre y de Juan Domingo Perón.
Establecida esta cuestión fundamental; ¿Qué es el Justicialismo para América Latina? El gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo; la supremacía del individuo y de la familia sobre el Estado; y la igualdad de oportunidad en todos los terrenos.
Con este democratismo se convirtió en una empresa romántica y generosa que, al final, formó masas enfervorizadas de mendigos y de ineptos pero jamás pueblos de promotores y de creadores.
El justicialismo fue la más grande estafa política contemporánea de la historia americana. No pudo constituir, ni siquiera, una lucha por un capitalismo progresista creador y avanzado. Su guerra contra el capitalismo fue, al propio tiempo, una rendición cobarde ante la clase dominante, o una desdichada repartición de miseria entre la humilde población americana.
Esto explica que los regímenes de gobierno establecidos por este Justicialismo no tuvieron nada quehacer con el régimen democrático de vida de los pueblas. Y a pesar que ésta, también fue una democracia ambigua, desde el cardenismo mexicano, hasta el justicialismo peronista argentino, pasando por Acción Democrática de Venezuela, el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Solivia, el liberalismo colombiano, y, actualmente, el PAP del Perú, sus gobiernos se basan en un sistema de violencia que elevan los procedimientos dictatoriales y hasta el terrorismo a la categoría de metodología política. Todos ellos siempre han sido derrotados por el militarismo, esa otra manifestación de la clase dominante americana. Al final siempre exhiben una tendencia claramente antidemocrática y antipopular que sutilmente impone una marejada de inflación, y una modernizada corrupción administrativa.
Por la vía del combate político radical, consecuente y consecuente, toma forma el pensamiento marxista de la lucha de clases en el continente americano. Para entender la aparición de este modo de pensar en América es necesario remontarnos a los orígenes mismos del movimiento romántico, en el siglo pasado. Uno de los más significativos rasgos de este movimiento es que en el aparecen juntos uruguayos y argentinos. Confraternizan heroicamente en el mismo ideal político y literario. Conviven heroicamente dentro de la ciudad fortificada de Montevideo, durante el largo período que comprende el sitio de la ciudad por los ejércitos del General Oribe, jefe de uno de los bandos tradicionales uruguayos y aliado de las tropas del tirano argentino Juan Manuel de Rosas, que integraban las fuerzas de asedio.
Montevideo se convierte así en la capital intelectual del Plata. La mayor parte de la intelectualidad argentina que en ella se refugia, entre 1840 a 1851, le da un brillo extraordinario en las letras, en medio del fragor de la batalla y de las penurias del sitio. La generación argentina que aquí vivió, pasó a la historia con el nombre de "los proscriptos". Sus más ilustres representantes fueron: Marmol, Echevarría, Mitre, Várela, Alberdi, Cané, Gutiérrez. Todos estuvieron bajo el influjo de la filosofía positivista, del realismo literario, del impresionismo plástico y del decadentismo en la poesía. Todas estas corrientes integraban la definición de la cultura occidental cuyo centro era Francia, en aquella época., La derrota del tirano Juan Manuel de Rosas abrió las puertas de Argentina a la civilización europea, detenida por su brutal método de gobierno. La inmigración, desde luego, inundó al país del Plata. Con ella llegaron los "proscriptos" radicados en Montevideo. Este advenimiento se unió al inmigrante extranjero convertido en un importantísimo elemento de progreso colectivo, en el momento.
Durante el cruel período de !a tiranía rosista se incubaron, por reacción dialéctica, los gérmenes que habían de combatiría victoriosamente. Los "proscriptos" asilados en Montevideo se fueron preparando anticipadamente en el "Ateneo" institución que, desde 1873 a 1890, fue el centro de toda la actividad cultural de Uruguay. Este baluarte de las letras uruguayas mantuvo encendido el fuego de la cultura en medio del militarismo que caracterizó a aquel período de la historia uruguaya. Cuando los asilados argentinos de vuelta a su país juntaron sus esfuerzos con los inmigrantes extranjeros del momento, las ideas socialistas y sindicalistas tomaron carta de ciudadanía argentina. Su influencia fue trascendental en el proceso de desarrollo de su historia. Si las provincias de este país afirmaron su unidad bajo el gobierno de Rosas, se coaligaron, después, contra él, por la necesidad de reconquistar lo ganado con la Independencia de España, la libertad de comercio y el usufructo de sus ganancias que monopolizaba Buenos Aires.
Si bien es cierto que el factor económico determino la caída de Juan Manuel de Rosas, no debemos olvidar, también, que ella se debió a la presencia de Alberdi, Sarmiento, Florencio Várela, Echeverría que anteladamente habían hecho de Montevideo el hogar de la libertad y de la cultura.
La difusión de las revistas francesas "Revue Encyclopedique" y "Revue independent", que el Perú nunca tuvo, de la Enciclopedia del siglo XIX y de las obras de literatos, filósofos y políticos de izquierda de principios de la pasada centuria, dieron a conocer a la juventud intelectual de Buenos Aires las corrientes del pensamiento contemporáneo impregnados del socialismo utópico. Echeverría era admirador de la intelectualidad francesa, la había conocido durante su estancia en París entre 1825 y 1830. El 23 de Julio de 1837, fundó en Buenos Aires la Asociación de la joven generación Argentina, con 35 miembros. Al fundarla leyó sus "palabras simbólicas" que al final se constituyeron en el credo de la institución que tomaría el nombre de "Asociación de Mayo". Quienes la constituyeron eran jóvenes virtuosos para la época. Pensaron libremente, aborreciendo el influjo del escolasticismo que en otras regiones de América imperaba. Pudieron haber constituido un nuevo partido si no los hubiera ganado su enfrentamiento armado contra la tiranía de Rosas. Echeverría y Alberdi fueron el núcleo de este movimiento naciente de la juventud libre que se extendió por varias provincias argentinas. De San Juan, enroló a Sarmiento y Quiroga Rosas; de Tucuman a Marcos Avellaneda a Brígida Silva y a otros jóvenes; de Córdoba a Paulino Paz y Enrique Rodríguez a Abelino y Ramón Ferreyra y a otros más. Desterrados por Rosas, unos anclaron en Montevideo, otros fueron a Chile. En ambos países fundaron la nueva generación americana que como producto del mismo enfrentamiento contra la tiranía de Rosas, había evolucionado. Ya no se inspiraba en los enciclopedistas franceses sino en Saint Simón y en la. filosofía social de Leroux.
Estos hombres renegaron del individualismo virreinal que heredaron de sus progenitores. Tuvieron en cuenta lo social y lo económico. Echeverría en el libro que escribe "Dogma Socialista", sostiene lo siguiente; "Los principios de una sociedad fundada sobre la desigualdad de clases jamás podrán fraternizar con los principios de igualdad democrática". Alberdi buscó los orígenes y los cimientos económicos de la nacionalidad. Hizo su bandera de la federalización de Buenos Aires; de la Libre navegación de los ríos; del fomento de la producción nacional por la atracción de la inmigración europea y del pacifismo internacional. Todo este programa que triunfó en 1890, los expuso en sus dos obras fundamentales: "Bases" y "Estudios económicos". Sarmiento, enfrenta otro de los graves problemas de la nación, el de la instrucción pública,, con esto completó la obra del sociólogo y economista Juan Bautista Alberdi. Aquí conquisto la Inmortalidad como el pedagogo más dinámico de América Latina.
El aumento de la población y de la producción ocasiona nuevas condiciones económicas en Argentina. A su vez, estas dan lugar a nuevos problemas sociales parecidos .a los europeos. El proletariado rural y el proletariado industrial que aparecen son muy singulares, al igual que la clase burguesa argentina. Esta, en el fondo, es una modernización de la antigua clase encomendera dejada por los españoles y cuyo fundamento son las castas familiares. Los obreros son víctimas cíe! criollismo impuesto por esta clase. Estáticos, no habían intervenido en el movimiento ideológico del país. Una vez más encontramos aquí los efectos de la fragmentarizacion de La conciencia que origina Ía yuxtaposición cultural de la catequización cristiana establecida por e! invasor español durante el siglo XVI. En consecuencia, a este obrero le sedujo el éxito personal e inmediato que tenía en la esperanza de lograrlo en la montonera. .Otras veces los deslumbró el caudillo y su fraseario. En ninguna ocasión entendieron ideario político alguno. Desde luego, el choque de las ideas se operó dentro de las clases dominantes. No podía ocurrir entre obreros porque la educación intelectual era un privilegio de los ricos. Después de las presidencias de Mitre y de Sarmiento, se difunde la instrucción primaria obligatoriamente, entre las clases pobres. A esto se suman los trabajadores extranjeros que vienen con la inmigración. Obreros conscientes de su rol político en la sociedad y que eran expulsados por las clases gobernantes de Europa. De esta manera, hacia 1874, cuando el Perú recién tenía su primer Presidente elegido constitucionalmente, arribaron a las costas argentinas hombres que eran portadores de una nueva fe. Con ellos llegaron las nuevas modalidades de la lucha de clases y fundaron las organizaciones gremiales, las de auxilios mutuos y las primeras organizaciones socialistas marxistas.
Así, mientras en el Perú el único Club de prestigio era el "Club Nacional", en Buenos Aires, existían 4 clubes socialistas: el "Vorwaerts", constituido por alemanes; el Club "Les Egaux" que agrupaba a franceses; el Club "Fascio dei lavoralori", formado por italianos; y la "Agrupación Socialista española", que fundada por españoles y argentinos, posteriormente se llamaría "Centro Socialista Obrero". En 1894, Juan B. Justo, primer traductor de "El Capital" en América, funda "La Vanguardia" que más tarde sería el órgano del Partido Socialista, fundado el 28 de Junio de 1896; es decir, 32 años antes que su homónimo fuera fundado en el Perú, por José Carlos Mariátegui.
En 1890 se funda la "Federación Obrera de la República Argentina". En 1891 se realiza el primer congreso de los obreros argentinos. El 12 de Setiembre de 1890 circula un periódico semanal llamado "El Obrero". Desde esta época las organizaciones gremiales de resistencia declaraban huelgas que orientaban los clubes socialistas. A esta época corresponde la jornada de la lucha por las ocho horas laborales. Después del primer Congreso obrero se funda la F.,0.R.A. (Federación Obrera Regional Argentina). Posteriormente se divide. Esta subdivisión corresponde a los distintos matices doctrinarios de sus dirigentes. El caudillismo, en esta circunstancia, aflora porque la esencialidad escolástica de la educación de sus militantes es la misma que la de los tiempos virreinales.
El socialismo argentino entro a tas universidades con sus ilustres teóricos: Juan B. Justo, Nicolás Repetto y Alfredo L. Palacios. Los dos primeros fueron expulsados de la Universidad de Buenos Aires al exigir la reforma democrática de la universidad, pero no el cambio de la esencialidad filosófica de la misma. Palacios, llega a Decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la Plata, escribid "La Fatiga", libro que lo consagró como un investigador serio y cultísimo. Como hombre notable de la Reforma Universitaria logró que los estudiantes participaran en el gobierno de la Universidad. Con el tiempo, la Reforma misma resultó insuficiente para el normal desarrollo de la Universidad. Nada más podíamos exigir a quienes por encima de su marxismo no cuestionaron la esencialidad filosófica en la que habían nacido. Una vez más, éste fue el mejor resultado de la catequización cristiana que nos deja el invasor español.
Fundada la Tercera internacional, era imposible que la República Argentina no tuviera su representación. A raíz de esto se fundó el partido Comunista Argentino. Su actividad es infatigable..
Finalmente, cuando observamos sistemáticamente el desarrollo del pensamiento marxista en Argentina, observamos la presencia» ero Teológicamente ordenada de; Echeverría, Juan B, Justo, Aníbal Ponce, Ernesto "Che" Guevara y Roberto Santucho.,
En 1860 aparece en Santiago de Chile "La Voz de Chile".. El periódico chileno intelectual y de combate mejor ordenado y redactado. Escriben allí; Arnold Ruge compañero libertario de juventud de Carlos Marx; Lastarría; los Amunategui, posteriormente dueños del diario "El Comercio" de Lima; Vicuña Mackenna y Barros Arana, primer presidente socialista de Chile. Es lógico comprender, desde luego, el avance político, social y cultural del pueblo mapochino: de Luis Emilio Recavarren a Pablo Neruda, a Salvador Allende y a Miguel Henríquez. Todas estas personalidades insistieron en la historia socio-económica, para la interpretación de la realidad de sus pueblos.
En el Perú, "Amauta" surge recién en 1925. Así su influencia tardía y poderosa no deja de ser exquisita. No es éste el deseo de su director y fundador. Nunca lo fue. Es una resultante histórica y natural. Es la obra del pueblo quien le da esta ubicación; el trabajador manual y campesino de la época. Su misma aculturación teologal no le permitió romper los moldes virreinales de idealismo de su educación e instrucción.
Este hecho fundamental al que hasta hoy no se le ha dado la importancia debida, obligó a que los "revolucionarios" americanos llenaran su fantasía de todo aquello que la misma clase dominante le permitió leer en los clásicos marxistas. Así, de sus encantos, pasaron a las pendencias y, de aquí, fácilmente, a las batallas, desafíos, requiebros, amores y disparates imposibles. Por esto tildaron de burguesa a la clase dominante. Viviendo, especialmente en el Perú, desde la muerte de José Carlos Mariategui, un permanente desvarío.
Cayeron en las cosas mas extrañas.. Les pareció, por ejemplo, convenible y necesario convertirse en caballeros andantes de la nueva revolución socialista. Cruzaron nuestros andes, valles y pampas en busca de aventuras. Vivieron en nuestras ciudades, barriadas, minas y fabricas, ejercitando todo aquello que habían leído. Pero ni venturas ni desventuras realizaron sus ilusiones. Llegaron a parlamentarios, ministros, burócratas distinguidos, profesores universitarios y, desde luego, como nada exhiben, nada se les ofrece: ni títulos de nobleza ni ordenes de caballería.

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