miércoles, enero 09, 2008

REPENSANDO EL PERÚ

REPENSANDO EL PERÚ
Durante la invasión española y el virreinato la crítica a la realidad partía de la verdad teologal o religiosa; del dogma cristiano. La iglesia católica explicaba a la sociedad colonial americana y a su naturaleza a través de dios.
La fe cristiana sostenía al encomenderismo americano y el encomenderismo alimentaba y sostenía esa fe. ¿A qué se debió esta desconocida fase histórica de América?. Al encomenderismo americano debemos interpretarlo desde dos puntos de vista: la acción guerrera del invasor de la conquista y la acción "aculturizadora" de los eclesiásticos que, también, nos invaden. Son dos aspectos que se corresponden. Se manifiestan en el cura y el encomendero. Influyen en la mentalidad del hombre americano haciendo que defienda y justifique todo aquello que definiría al Estado virreinal. Por esto, la catequización cristiana era alimentada, sostenida y defendida, por los nuevos dueños del territorio y riquezas americanas. Sin el buen entendimiento de este hecho no comprenderíamos la actualidad de la crisis en que se debate el continente americano.
La catequización cristiana ó proselitismo político del invasor español concluyó en algo original en la historia de la humanidad. Reafirmó dos características del Imperio incaico: la teocracia y la desintegración popular; y consolidó dos de los aspectos mas atrasados del mundo occidental de aquel tiempo; el misticismo cristiano de la Confra-reforma de San Ignacio de Loyola y el "señorío" español.
En América, el señorío se transforma en encomienda. Se "diviniza" estableciendo sus iglesias, sus oratorios y sus santos. Pasado el tiempo, cristianismo y encomienda se identificaron con su zona geográfica de influencia estableciendo características específicas de comportamiento regional. Cristianismo, región geográfica y encomienda, no solamente aíslan encomiendas entre encomiendas sino también a las regiones geográficas donde estas se encontraban. El regionalismo establecido por el invasor español consolida la división pre-hispánica de la civilización andina debido a su diversidad de culturas. El Señor de los temblores, en el Cusco; la Virgen de Chapi, en Arequipa; el Señor de Locumba, en Tacna; el Señor de los Milagros, en Lima; la "Mamanchi Cocharcas", en la regían andina del centro; etc, son los mejores ejemplos que responden a este esquema. La mitología cristiana se sobrepone a la mitología andina. Ambas permanecen superpuestas sin integrarse jamás, hasta hoy. Esto era parte de la política desintegradora del invasor español. De esta "yuxtaposición cultural" se encarga el cura a través de la catequización cristiana o "aculturación teologal.". Los individuos resultaron desde luego, con dos personalidades. Sacaban a relucir cada una de ellas de acuerdo a las circunstancias. E1 pueblo no tuvo la oportunidad de tener una sola conciencia que le sirviera como base para el desarrollo de un auténtico sentimiento nacional. Pese a todas las desintegraciones de que fue víctima, la cultura andina prevaleció. Al final la "yuxtaposición cultural" se convirtió" en su mejor recurso para sobrevivir.
Aquel regionalismo no sólo dividió al territorio patrio y a sus habitantes. Para consolidar la división de estos se tuvo en cuenta, también, el color de la piel, el abolengo familiar y el poderío económico. El cristianismo contra-reformista, la encomienda y el regionalismo consolidan el “racismo” cuya sutilidad hasta hoy se siente.
La singularidad de este fenómeno sostiene a todas las variantes ideológicas que influyen en el Perú republicano. Estas influyen en la "utopía andina" y en el sometimiento santificado de la población aborigen. Por esto, la desigualdad humana se manifiesta, siempre, como un natural sentimiento divino. Sentimiento que hace probar que es dios quien ha establecido esta desigualdad. Este fue uno de los principales motivos por el que la república continuó más señorial que en la colonia.
En el continente americano, la iglesia cristiana no sólo repartía el ejercicio de la propiedad encomendera: el espiritual e intelectual. De la permanencia de este hecho resulta una crítica de la historia peruana desconocedora de su pasado. Le hace menospreciar la observación práctica, integradora y sistemática de la realidad que le rodea. La convierte en una crítica deformada pese a los diferentes matices con que se nos presenta; como civilista, como aprista o como marxista.
Esto explica que en casi todas las interpretaciones de nuestra, realidad impere el "estetismo" la "erudición libresca" y el "historicismo". A los estetas les interesa lo bonito. La vida peruana les preocupa como el drama en cuyo desarrollo completo y armónico la mentira y la maldad son elementos constitutivos como la verdad y la virtud. Los eruditos se sienten atraídos por la sutileza teórica, pero huyen a conclusiones apenas inquietadoras. Los historicistas se dedican a las investigaciones históricas demasiado minuciosas sin ninguna planificación y objetivos concretos e integrales. Sus estudios que son propios de sociedades desarrolladas los cultivan en una realidad, como la peruana, que aún no ha resuelto los problemas de su cultura y que, constantemente, enfrenta a problemas culturales de gran trascendencia.
Los estudiosos de nuestra, historia tienen el deber de contribuir a la formación de la conciencia nacional peruana. En el Perú el historiador perfectamente objetivo no ha nacido todavía, El que cree serlo se miente a sí mismo como miente a los demás. Todas las precauciones de que se rodea la investigación y la crítica científicas no suprimen, en definitiva, ni nuestros reflejos personales ni nuestros sentimientos. ¿Por qué ocultarlo?. La elección misma del tema revela nuestras más profundas tendencias.
Quienes lucharon por nuestra independencia olvidaron que nuestra mejor herencia de España fue: la "picardía criolla" y el "costumbrismo virreinal". La picardía criolla corresponde a una vieja política. El costumbrismo a una vieja cultura. Del mismo modo que el enclave a una vieja economía. Ninguno de estos hechos deben explicarse separadamente. Por corresponder a una época histórica concreta todos se complementan.
Íntegramente, todavía desconocemos las características del modo de ser y de vivir de cada uno de los elementos que intervienen en nuestra historia. Este desamparo contagió a los principales representantes de las promociones que en unos casos lo criticaron: Monteagudo, Ricardo Palma, Gonzalés Prada o Víctor Raúl Haya de la Torre y, en otros casos, lo defendieron: José de la Riva Agüero y Osma, Javier Prado y Ugarteche, Ventura García Calderón o Víctor Andrés Beláunde y Diez Canseco. Sin duda, promoción es algo distinto a generación. Este existe en un pueblo desarrollado. En un momento concreto de su vida que es, fundamentalmente, integrador y renovador. ¿Tuvo generaciones el Perú?.
Construir generaciones es un reto para el Perú futuro. No hacerlo es prolongarle su condena a que continúe viviendo dependiendo de quien lo dirija. Ni San Marcos, ni "La Católica", ni ninguna otra institución parecida, podrán reemplazar los vacíos dejados por nuestra metodología fracasada. Símbolos que acentuaron el clientelaje político peruano. Ficciones que acentuaron nuestra ignorancia y fanatismo. Históricamente ni la derecha ni la izquierda peruanas podrán disculparse de haber contribuido al derrumbe de todas las instituciones republicanas; si así podríamos llamarlas.
Es necesario construir un grupo social homogéneo, auténticamente peruano. Resultará de la integración del desintegrado poblador criollo y urbano a la mas pura universalidad del poblador andino y campesino, vital e integral orgullo de nuestra peruanidad. Esto, de ninguna manera puede ocurrir en sentido inverso, inevitablemente resultará un sentimiento "peruano" o "nacional"; coherente y sistemático, es decir, popular. Existirá, entonces, una vanguardia desmitificada y original, libre del tradicionalismo continuista. La unidas nacional aceptará. lo positivo por nuevo que sea "herencia adquirida"" y despreciará lo negativo pese a su "moderna actualidad".
Las luchas de esta unidad serán bien orientadas. Supondrán interpretación correcta, dominio y honestidad en el conocimiento y exposición de nuestro acontecer histórico.
La comprobación de este- hecho trascendental será la aparición de las generaciones peruanas, terminarán las promociones. Las personalidades generacionales definirán las épocas y los grupos sociales del Perú futuro.
La cultura y una verdadera e integral personalidad, nacional tiene que realizarse en nosotros y por nosotros mismos. No debe que dar como una superficie de ficción sobre nuestra vida afectiva.
La historia vale porque acoge, modifica, transforma y anula, todo aquello que le es negativo, correspondiendo a cada etapa, una personalidad definida, esta definición es la aceptación natural, no simplemente de lo que se ha hecho, sino también de lo que no se ha hecho consciente o inconscientemente y de lo que en cualquier época es imposible de hacer por efecto mismo del movimiento histórico de los pueblos.
Todavía no se descubren en el pasado de casi todas las naciones americanas, empresas que expliquen la forja de su personalidad histórica, aunque muchas crean que, hasta hoy, no hemos intentado reencontrarnos.
El desconocimiento de todas nuestras intimidades históricas es el "delirio místico" del pueblo peruano que ha cambiado conciencias revolucionarias en conciencias conservadoras.
Nos toca partir de aquí. De lo que nos une y nos separa. Sin imponer. Convenciendo. Negando y afirmando que el próximo futuro saldrá de nosotros, de lo que nos es esencial y normal.
Vivimos un tiempo que por encima de su modernismo, permanece estrechamente vinculado a la matriz común que representa el atrasado feudalismo español que nos invade. Por eso no hemos recorrido las mismas rutas históricas de los otros pueblos americanos. Sin embargo, sin nosotros, ellos no estarían donde están o permanecerían donde aún nos encontramos. El mismo pensamiento americano: liberalismo, hispanismo, indigenismo, aprismo y marxismo, no existirían sin la sombra del inmaduro feudalismo español que nos invade. Tal vez sin esto resida el secreto de ser pueblo deudor antes que acreedor.
Conozcamos al Perú .en sus tres manifestaciones fundamentales: económicas, políticas y culturales. Tratemos sus interrelaciones y dejemos de estudiarlas separadamente. Nuestra historia no sólo se explica por hechos económicos. Existen otros factores que es necesario conocer. Debemos sumergirnos en la búsqueda de las razones de la confusión peruana, en todas sus manifestaciones históricas y en todas sus etapas sociales.
No es honrado olvidar la huella de lo Preincaico e incaico en el Perú mestizo, en el criollo y en el nativo. No olvidemos las diferencias que aún dividen al indígena de lo estrictamente occidental o hispano-cristiano. Para nosotros el Perú anterior a la invasión española debe contar en el nacer de nuestra occidental estructura de vida. No debemos juzgarlo como paraíso idealista ni, menos aún, suponerlo inoperante.
No despreciemos la unidad de la fe religiosa, sobre una disimilitud popular ocurrida en el incanato como en virreinato y república. Examinemos, rigurosamente, los valores hispanos religiosos que se interponen, pero no se integran, a los indígenas religiosos.
Cualquier teoría que no se apoye en una ceñida elección de estas fuentes o que se sustente en frases aisladas o audaces paralelos, es frágil.
La clase dominante, oligarquía de casta o pseudo burguesía peruana, siempre se hizo pasar por burguesa, para esto propició la abundancia de "ángeles letrados" que aún enseñan nuestra historia como una simple sucesión de anécdotas rituales y no como un proceso dialéctico. Básico es que casi todas sus exposiciones, escritas o habladas, parten del exclusivismo del hecho olvidando o confundiendo su procedencia. No por esto debemos negar la existencia de personas que, por encima de sus convicciones, se aventuraron por nuevos caminos hacia el encuentro de nosotros mismos.
Olvidar el suceder del tiempo y saltar sobre él es delito mortal en el estudio de nuestro pasado. Sobre este principio se ha escrito casi toda la historia peruana ultima, De esto resulto una atmósfera intelectual cuya repercusión en el periodismo y en los debates nacionales impidieron que nuestra república conozca el quehacer burgués en su verdadera dimensión occidental.
La geografía no es de terminan te para conocer el curso de nuestra vida histórica. Esto es cierto, pero no podemos dejar a un lado la influencia ejercida por nuestra Costa, Sierra y Selva, en el desarrollo del "sentido común" de cada uno de los grupos humanos que constituyen nuestra realidad: la del costeño, la del serrano y la del selvático, inconscientemente cada uno de estos aspectos aflora en la generalidad de nuestra población. Influye en nuestras divisiones nacionales, políticas, económicas y culturales. El pasado no ha transcurrido con la única finalidad de satisfacer las necesidades inmediatas creadas por el hambre y la urgencia de tener un techo donde guarecerse. Los hechos no son la historia pero, ésta, no puede hacerse si se prescinde de ellos.
Muestro modo de ser y de pensar determina nuestra actitud ante la vida. Es nuestro "modus operandi". Es el "opus máximun" del hombre o de cualquier comunidad humana que ha madurado sus ideas en contacto constante con la realidad del diario vivir. Mientras ignoremos nuestras intimidades históricas no habrá partido político ni hombre capaz de dirigir los destinos del pueblo peruano.
Somos un pueblo singular y en esto radica la crisis presente y la victoria futura. Crisis de instituciones anticuadas que no respondieron, ni siquiera, a las mas elementales exigencias de un estado moderno. Sus orígenes son demostrables. .Existen en los factores políticos, económicos, sociales, étnicos, geográficos, religiosos y culturales, que condicionaron su fisonomía y sobre los que los gobiernos ejercen su influencia y su fuerza.
El revestimiento del formalismo burgués de la clase dominante; el casi nulo desarrollo de la clase media; el clientelaje político en que se ha mantenido a las masas populares y los obstáculos para el desarrollo de la conciencia de clase, obrera o burguesa, son varios de los principales elementos de fractura, debilidad e inoperancia, que contribuyen al colapso definitivo de las instituciones que, hasta hoy, le dan al Perú las características de un Estado semicolonial y semifeudal como lo estableció Mariategui.
Así llegamos al 14 de Abril de 1985, fecha en que Alan García Pérez es elegido Presidente de la República. Con él llegan las instituciones estatales respondiendo menos que nunca a las necesidades reales del país; el descontento de las masas populares que se torna amenazante; una incipiente clase media que se proletariza cada vez más; el desprestigio de los partidos políticos de izquierda o de derecha; la crisis económica que agota al país. La permanencia de los fenómenos y su olvido han ayudado a la explosión de la crisis que serpenteaba en el Perú, desde sus inicios republicanos.
A la población peruana le falto un sentimiento republicano, nacional, que la obligara a unirse. No pudo convertirse en un todo integral e indiviso. Los gobernantes peruanos no brindaron leyes dirigidas a este objetivo. Por despreciar la acción del tiempo, se anularon históricamente. A este arrimado de valores que nos ocasiona la “yuxtaposición cultural del cristianismo invasor” correspondieron todas nuestras divisiones materiales, políticas, culturales y sociales. En este "mosaico de diferencias" la acción de la fe cristiana jugo un papel trascendental. Cándidamente nos hizo creer en su aparente "unidad". Siempre la presentó como el pecado natural y divino que teníamos que defender. Realmente consolidaba la división nacional para beneficio de la clase dominante peruana. A mayor división mejor capacidad de explotación popular. Como todo era superpuesto todo era deleznable.
Las concepciones sobre nuestra realidad tenían que ser diferentes. Por fuera y por dentro, el caos era lamentable. Históricamente, la acción de la fe cristiana invasora es negativa. Anuló el desarrollo de una conciencia y pensamiento unificadores que se constituyeran en el fundamento de nuestra inexistente personalidad nacional. El aparente espíritu unitario no fue más que la conciliación que mantuvo todas nuestras discrepancias virreinales. A la no desaparición de las estructuras coloniales, correspondió la permanencia de una "espiritualidad insignificante". No pudo hacernos ni buenos cristianos ni pésimos ciudadanos. Este es el destino histórico que define las manifestaciones políticas del Perú republicano. Por esto, ninguno de los elementos que conforman a estos sectores podrán entenderse.
Aquella división no correspondió a los intereses de una clase social burguesa. Fue el desorden pontificado y, divinizado por el espíritu religioso español que correspondía a los tiempos de la historia de los inicios medioevales europeos. Laberinto reafirmado en la economía mercantil de enclave que la clase dominante peruana necesitaba para mantenerse en el poder, hasta hoy.
La permanencia de este hecho histórico concluyó en dos hechos lamentables; por un lado, deformó a la población mestiza; por otro, históricamente, anuló la existencia de la clase dominante criolla.
En el primer caso, se arrinconó al pueblo en el reducido universo impuesto por la familia dominante en vigencia. Hábil y religiosamente sé le obligó a divinizar al patrón, sus parientes o a sus representantes.. En la república esta divinización, fácilmente, se convierte en la votación que "democráticamente" elige al "amo" como presidente, ministro o parlamentario. Este clientelaje político también tenía que ser dispar; algo positivo y algo negativo. Negativo, en tanto su beatífica postración cultural lo convierte en montón de odios, frustraciones, envidias y rencores. Positivo, puesto que manteniendo la pureza de nuestras esencialidades, nativas como occidentales, sólo necesita derribar mitos disciplinadamente para convertirse en la unidad nacional y filosófica cuyo rigor y frescura le permitan la elaboración de proyectos que, siendo dolorosos, confirman su presencia hoy y en el mañana inmediato.
En el segundo caso, los valores contrareformistas del cristianismo jesuítico, jugaron un doble papel. Sus portadores no imaginaron sus resultados. Primeramente, como hechos de la invasión española, fueron naturales, valederos y hasta necesarios. Sin ellos no seríamos parte de occidente. Finalmente, como presencia colonial, hicieron que la clase dominante adorara y remedara todo lo extranjero para despreciar todo lo nativo o nacional.
Este hecho secular no les dio integridad ni nacional, ni familiar, ni personal. Fue la mejor demostración de una singular conciliación de sobrantes históricos que los hacían estar "aquí" y "allá", según tas circunstancias. Al tiempo que odiaban lo nativo, remedaban lo español y viceversa. No podían defender aquello de lo que presumían ni lo nuestro porque no les pertenecía. Todos sus valores perdieron pureza y quedaron huérfanos de vida y de historia.
En Europa resultaron más españoles que los de allá y aquí no fueron ni americanos, ni peruanos. No fueron nada. A este conjunto de hombres no les quedó más que ostentaciones sin fundamento cuyo cumplimiento solo se satisfacía con el uso del poder. No tenían otro camino.
Desde entonces sus alardes familiares adquirieron forma política. Todos sus valores materiales, espirituales, políticos e intelectuales, no pasaron de ser caprichos de "niño cursi" o de "familia, bien". Confundieron patria con irracionalidad familiar. No entendieron que república es unidad de territorio y pueblo cohesionado por un solo espíritu; bien de burgués o bien de socialista. La misma yuxtaposición cultural que nos impusieron les jugó una mala pasada. Del pueblo hizo una esperanza realizable y de ellos el "cero histórico".
De aquél "cero histórico" resultó el criollismo. Espiritualidad anacrónica que cubre con su manto a casi la totalidad de la población peruana. El criollo no solo se contentó con ser desintegrado. Hizo lo imposible por desintegrar al pueblo. Culturalmente, el criollismo nunca tuvo, como sí ocurrió con la espiritualidad mestiza, nada en qué esconderse ni con qué defenderse. Este vacío histórico lo cubrió con la "picardía" que, fue lo mejor que heredó de sus antepasados españoles. .
Su adaptación a otros extranjerismos acentuó su picaresca desintegración. Cada vez mas se alejó de su aparente originalidad ibérica. Distanciado de su propia época histórica nunca tuvo aquel romanticismo histórico que ha hecho combativamente alegres y plenos de vida a otros pueblos.
Lleno de esta variedad histórica, todas sus manifestaciones no rompieron con el romanticismo idealista que, muy a su pesar, lo convierte en defensor del pasado virreinal, o bien en líder de un escaso mostrario de ocurrencias sentimentales que, por extrañas, lo hace aburrido, pesado. Su poder, su boato y su racismo, fueron el cimiento de su insultante altanería palaciega, polícroma y sin forma, desalentada y sin autenticidad.
La clase dominante peruana, en el virreinato como en la república, procede de "linajudas" familias de Piara, Lima,-.Trujillo, Ica, Arequipa, Tacna, Huancavelica, Huamanga, Cusco y Puno. Desde aquí, con la voz de orden extranjera, desvía el unificador sentimiento nacional. Su regionalismo es mediocre. Explica el tibio patrioterismo de toda nuestra vida republicana. Es si drama personal peruano que aún no abandona sus motivos cómicos, su pasado postizo y su grotesca dignidad.
A este criollismo no vale entenderlo como patrimonio exclusivo de la clase dominante peruana. Forma parte del criollo pobre, contagia al mestizo y al aborigen peruano. Todos son víctimas del fundamento "filosófico" de este criollismo: el enciclopedismo escolástico. Cuando más se moderniza, más se aleja de nuestra realidad. El criollo de "alcurnia" lo hace por tradición; el criollo pobre, para exigir el acceso al poder desde donde distribuirse mejor la riqueza. El criollismo "aristocrático" se independizó de España para comerciar mejor sus productos. El criollismo popular continuó como burócrata, abogado, médico, ingeniero, arquitecto, sacerdote, militar, pedagogo, sociólogo, parlamentario, político y comerciante. De otra manera no podía satisfacer los intereses de su aristocrático progenitor.
Aquí, el "analfabetismo ilustrado" cumplió su papel. Convirtió al criollismo en una manifestación desalentada, nostálgica, superficial, sin rumbo, sin fe y sin historia.. Nunca sabía lo que quería: si república o monarquía; si democracia o dictadura; si capitalismo o socialismo. Para la república es un patrimonio demasiado exiguo. No es alegre, lozano, juvenil, respetable y respetuoso. Su superación equivale a la negación de su acción, desintegradora y a la de la "yuxtaposición cultural" del mestizaje.
Este criollismo invalidó el "prodigioso esfuerzo" de todas aquellas promociones de patriotas precursores surgidas en 1810 y consagradas en 1821. Terminaron convertidas en piezas insignificantes de un ajedrez político huérfano del racionalismo, agresividad y positivismo de un Condorcet, Diderot, D'Alembert y Rousseau. Firmaron nuestra independencia contentándose con mencionar en "voz alta" las simplezas de las libertades públicas.
Cualquier observador mediano que ha seguido seriamente y paso a paso la marcha de los acontecimientos peruanos observará, con inaudita vergüenza, que se nos engañó cuando se dijo que habíamos dejado de ser colonia. Bástenos con constatar el simple cambio de nombres en las instituciones republicanas. Por el Virrey, el Presidente; por el Tribunal del Consulado, la Cámara de comercio; por el Intendente, el Prefecto; por la Intendencia, el Departamento; por las Cortes virreinales, el Parlamento con la misma atmósfera palaciega y cortesana de la Colonia, Las estructuras económicas, culturales, sociales y políticas del Estado virreinal quedaron exactamente igual en la República. La acción de los precursores cuando se felicitaron por el .triunfo de la "independencia" no dejó de ser el grito de algunos engreídos por un triunfo que aún no disfrutamos. Fueron felicitaciones mutuas entre quienes hicieron del 28 de Julio de 1821, una idea fija, un dogma, hecho que estaba de acuerdo con este criollismo que todavía espera la llegada de Cristo y con él, la instauración en la tierra del reino eterno de la igualdad, la justicia y el bienestar general. El criollismo desintegrador, herencia que nos deja el invasor español, se esconde en la fe cristiana, en el milagro. Con esto cree vencer al enemigo, con sus letanías o con sus interpretaciones erróneas o inconclusas de nuestra realidad. Pierde, sin embargo, todo entendimiento del mundo que nos rodea ante las locas ensoñaciones de un futuro que aún no nos llega,
Todos los representantes de este criollismo: precursores, parlamentarios, políticos e intelectuales, se esforzaron en refutar su probada incapacidad, prestándose mutua atención en disputas en las que el pueblo peruano jamás intervino. En loco tropel se reunían en "sus parlamentos" y en "sus convenciones partidarias". Allí ganaban quienes tenían adeptos y perdían quienes tenían la razón, si es que habían. En estas reuniones, entre ellos mismos, ataban sus nudos para favorecer al amo de turno. Hacían más vistosas sus "coronas de laurel a crédito". Se designaban representantes nominales de un pueblo que, al principio, los escuchaba con asombro; después, al reconocerlos, los ignoraba. Esta ignorancia y este asombro populares son los hechos que, hasta hoy, le permiten a este criollismo recurrir al secreto de sus torpezas para preparar, previsoramente, al personal de todos los gobiernos en los que actúa o en los que debe de actuar.
El 28 de Julio de 1821; las constituciones, desde la de 1523 hasta la de 1979; el civilismo; los monárquicos y republicanos de los primeros parlamentos; los "héroes" de una Fuerza Armada que nunca ganó guerras; el bullicio de nuestros diputados y senadores; la pálida brillantez de nuestra prensa cotidiana; los "nombres políticos" y íos "renombres intelectuales"; el griterío hueco de "tierra para quien la trabaja"; todo ha desaparecido al conjuro de una historia que, hasta hoy, somos incapaces de conocer,
Pese a que la Revolución cubana, la de Fidel, Camilo y el "Che", y el movimiento guerrillero de 1965 de Luis de la Puente Uceda, permitieron superar la estrechez de miras conservadoras perturbando, en cierta medida, el tradicional inmovilismo y las tradicionales barreras de casta pretendiendo una mas activa cooperación entre éstas y la población peruana, el criollismo no desapareció., Él Perú continuó como un caso "bio-social" de interesantes contornos donde la gravedad de su crisis sería la presencia constante y contradictoria de una época; el lapso "demo-encomendero" de su historia republicana que representó siempre su criollismo y la dinámica de ese patrioterismo de factura señorial y caciquista con que sus hombres públicos labraron su "felicidad" y su engrandecimiento patrio a fuerza de hacer más rotunda la farsa en que vivimos.
En esta dimensión histórica hallaremos meditaciones, senderos innumerables sedientos de exploración y huellas de rutas exploradas que conservan su virginidad no obstante su reiterada violación. Conviene, desde luego, repensar al Perú republicano hasta el cansancio.
La supervivencia de las antiguas castas virreinales de poder en la república, fue el efecto de un proceso que empezó a gestarse en las mismas batallas de la independencia, cuando los encomenderos defendieron sus encomiendas o feudos ubicados en las intendencias. Las protegieron financiando a las ejércitos monárquicos y republicanos y dejando hacer y deshacer del patrimonio nacional al vencedor., El 12 de Diciembre de 1821, por ejemplo, en el "Almanaque Rímac" podemos observar que; La (Municipalidad de Lima reparte a los jefes y oficiales del ejército libertador, (según edictos del 12 de Noviembre anterior), las fincas confiscadas a los españoles. Estas ascendían al valor -de 519,069 pesos, adjudicados por suerte entre quienes conformaban las listas de agraciados remitidos por San Martín".
El término de estas jornadas dejó empobrecidas a las castas de poder, naturalmente. Sin embargo, Lima, Trujillo, Tarma, Cusco, Huancavelica, Huamanga, Arequipa y Puno, continuaron como sede tradicional de esta falsa aristocracia. El triunfo de la "independencia" no la sorprendió; En la sierra, por esto, desconocieron la república hasta la batalla de Ayacucho, en 1824. En Lima, Trujillo y Arequipa, se adaptó a su mal entendido republicanismo, continuando con sus habituales costumbres. Después de 1821 la permanencia de esta esencialidad virreinal fue decepcionante. En el mismo "Almanaque Rímac" podemos observar la frase-de una. carta de Bolívar dirigida al General Salón y fechada el 14 de Marzo de 1824. En ella describe con precisión a estos clanes familiares: "Esto está lleno de partidos, todo plagado de traidores, unos por Torre Tagle, otros por Riva Agüero, otros por los españoles y muy pocos por la Independencia". Alejados del país los "libertadores", las castas de poder constataron una sorpresa: no estaban en condiciones de gobernarse ni de gobernarnos. Cuatro siglos de sumisión y de religiosidad colonial les habían anulado todo sentimiento de patria y nación, hasta hoy.
Esta cruda realidad obligo a las castas de poder a modernizarse cultural, económica y políticamente. Mientras tanto permitió que sus mas audaces descendientes; sus mejores empleados de segunda línea; y la curia eclesiástica; hicieran y deshicieran de los destinos de nuestra naciente república. Lejos de ser el pueblo, el que conquistó un nuevo, contenido, el Estado se mantuvo en su forma más antigua: en la dominación del sable y la sotana.
En el virreinato cada clan familiar tenía su jefe. El conjunto de jefes obedecía al intendente, jefe supremo de la Región, nombrado directamente por el Rey y no por el Virrey como se cree hasta hoy. Después del definitivo alejamiento de Bolívar cada clan presiona para hacer prevalecer sus intereses en el Gobierno Central limeño. Esta presión se oculta con la defensa de los intereses de la Región de donde es cada clan familiar. Cada clan se rebela con su jefe máximo. El triunfo de cada caudillo orientaba, a su vez, el uso de los poderes del Estado en beneficio de su familia, de su región y de sus allegados. El Perú no pasó de ser la agrupación de intereses por regiones familiares, alrededor de centros puramente locales que llevó implícita la fragmentación política. División que luego se estabilizó por la exclusión del Perú del comercio mundial, con motivo del "monopolio comercial español". De la virreinal división regional de familias contra familias pasamos a la republicana división regional de las mismas organizadas en partidos políticos. Las castas y sus caudillos nos dejaron un republicanismo difícil de entender. Con el regionalismo republicano refuerzan la dividida nación de invasión y virreinato.
El triunfo de cada caudillo polarizo a los más ilustres "pensadores" del momento. La simpatía familiar determinó el conservadurismo y el liberalismo de la época. Aquí no existía conciencia de clase; ni burguesa, ni proletaria. Es explicable el fracaso de Las primeras promociones de parlamentarios que elaboraron las constituciones de 1823, 1828, y 1834. Desde luego, las castas oligárquicas forman y promocionan "nuevos cuadros" salidos de sus propias filas. Esta "modernización cultural" la ejecuta Bartolomé Herrera, como buen jesuíta restaura el escolasticismo virreinal para ponerlo a tono con los tiempos. Sus alumnos resultan mas disciplinados que sus padres pero con el mismo dogmatismo, autoritarismo, y religiosidad virreinal de aquellos. Pasado el tiempo, estos jóvenes gobernarían al país hasta la primera veintena de este siglo.
Mientras Bartolomé Herrera prepara a la "intelectualidad", las castas recuperaban el dinero que habían invertido en sus "hazañas" de la Independencia. Con el primer gobierno de Castilla obtienen la "Consolidación de la deuda interna". Con esta Ley, el Estado devuelve a sus "dueños lo invertido por sus "heroísmos pasados" a sola presentación de facturas. Las castas fraguan documentos o compran los origínales por debajo de su precio normal. Audazmente, otros que no pertenecían a las castas aprovechan esta coyuntura para convertirse en "nuevos ricos". Con estos ilícitos capitales reflotaron sus antiguas encomiendas virreinales. Económicamente recuperadas, intervinieron en los negocios del guano y salitre que, entre 1849 y 1861, estaba en manos de comerciantes ingleses.
En medio de este panorama los mejores alumnos de Bartolomé Herrera aparecen como ministros, diputados, senadores, o banqueros. Controlan y administran el negocio de fertilizantes pera beneficio de su propia clase. Quitaron a los intermediarios extranjeros para ocupar su lugar, pero nada cambiaron.
Paralelo a este hecho las castas oligárquicas tradicionales se unen a los comerciantes extranjeros que llegaron pregonando mercancías baratas y alguna bobería que otro les dio fiadas. Ocurrieron los "matrimonios del siglo". Este negocio de grandes ganancias significaba la unión económica del comerciante con el encomendero. Ambos resultaron ganadores fabulosos. El encomendero conservó sus antiguas riquezas, reafirmo sus conservadoras costumbres, y reafirmó las instituciones del Estado virreinal, modernizándolas. El comerciante aumentó su fortuna, consiguiendo la apertura al mundo de la fastuosidad, de la falsa aristocracia criolla. De esta unión resultan las instituciones bancarias y financieras que existen todavía y que definen a la moderna "oligarquía de casta" peruana. El invasor del siglo XVÍ se había convertido en el oligarca del siglo XX.
Todas aquellas instituciones financieras responden a ésta singularidad. Así como el capitalista burgués engendró sus propias categorías económicas: capitalistas y proletarios; comerciantes, industriales y banqueros, empleados y obreros; la encomienda peruana definió. las suyas: banqueros y siervos. El banco como la organización dotada de la capacidad de movilizar los fondos provenientes del exterior con la venta de nuestra materia prima: minerales, cereales, lanas, azúcar, algodón, etc. Siervos o peones para trabajar minas y plantaciones bajo un rígido paternalismo cristiano en todas las manifestaciones de nuestra existencia, materiales como espirituales, ya que su sostén, la encomienda o feudo virreinal, no desaparece en la república. Evidentemente, los capitales que originan estos bancos se invierten para mantener el mismo movimiento económico del virreinato: la importación y la exportación. Su actividad fue distinta a la de los europeos que utilizaban sus capitales para invertirlos en el desarrollo industrial de sus propios países. El banquero peruano continuó, desde luego, como extravagante intermediario del ciclo del capital financiero internacional. Sus industrias no pudieron ser un aporte para el desarrollo republicano. La consolidación de la deuda interna, el guano, el salitre, las instituciones financieras y los ferrocarriles, corresponden a la reafirmación y modernización de la oligarquía de casta peruana a cambio del negociado y abandono de los intereses nacionales a los extranjeros.
Al insurgimiento de la oligarquía de casta corresponde, también, la "reforma" de las instituciones estatales de la época. Obviamente aumenta la burocracia manteniendo sus cualidades virreinales: “arribismo jerarquizado” e inmoralidad. Solo con una burocracia de esta naturaleza la oligarquía de casta podía contar con las instituciones necesarias para administrar los logros de su inclusión en el comercio internacional consecuencia del control que ejercen en el comercio del guano y del salitre y del sistema financiero nacional, después de la Independencia. La burocracia depende de ¡a oligarquía de casta y ésta del capital extranjero o imperialismo. Se reafirma cuando pasa a formar parte de las instituciones que controlan la marcha de la producción y a la que Piérola les entrega los recursos públicos, como ocurre con la Casa Grace. Se convierte en nexo de los grandes capitales monopolistas que controlan la economía del país y que proceden, fundamentalmente, de las grandes propiedades territoriales o feudos adquiridos por los invasores del siglo XVÍ y que, sus descendientes, en unos casos, heredan y los comerciantes extranjeros, en otros, adquieren como "dotes matrimoniales" para dar paso al sistema financiero que genera capitales sustentados en el crecimiento burocrático. La unión de esta "moderna oligarquía de casta" con las nuevas castas de origen mesocrático que genera el crecimiento de la burocracia constituye a la "clase dominante peruana".
El aumento de esta burocracia se inicia con la misma independencia; se detiene durante la guerra con Chile en 1879; se reinicia con Piérola en 1895; se desarrolla con Leguía en las tres primeras décadas de este siglo cuando el capital extranjero controla directamente la producción de materias primas, su comercialización, transporte y f inane i amiento. A cada una de estas etapas corresponden las "reformas económicas" del viejo aparato estatal que heredamos del virreinato. Rieron innovaciones que estuvieron en función del grado de intromisión del capital extranjero, inglés o norteamericano, en los destinos económicos del país. A la "modernización" de la clase dominante corresponde el monopolio imperialista que no permitirá jamás que el Perú tenga un programa de nacionalización e industrialización propios.
Sin embargo, Lima, no era el todo de este largo y exitoso final de las castas oligárquicas de poder. Las castas limeñas y provincianas que, aparentemente, no habían tenido participación en este proceso de "modernización feudal" exigían "gobiernos estables" para la inversión de sus capitales. Es cuando la clase dominante peruana se organiza para fundar el Partido Civilista el 4 de Mayo, de 1871. .Aparece el "civilismo" que define al electorerismo de ayer y de hoy. Después de Leguía se diluye, pero no desaparece. Políticamente, con el civilismo se completa él ciclo de "modernización feudal" de la clase dominante peruana para "hegemonizar el Poder".
En medio de estos entresijos históricos, el Perú ya no puede ocultar la peculiaridad de su carácter. La insultante arrogancia de la clase dominante creída de ser: una raza superior. El apego a la ciudad, a la aldea, al terruño, no es otra cosa que el individualismo, indisciplina y anarquía, que demuestran la supervivencia del regionalismo virreinal como prueba irrefutable de la existencia de las castas de poder colonial y de sus descendientes. La violencia de los fanáticos. El odio, el desprecio que cimientan las jerarquías sociales. Pero también, la constante afirmación de la dignidad que ocupa su lugar en las luchas populares.
La actualidad de este hecho histórico debe obligar a los estudiosos de la realidad peruana al replanteamiento de hechos como; el primer Congreso Constituyente de 1823, el de la Mar, Salazar y Baquíjano y Felipe Antonio Alvarado; la Constitución de 1823, de Sánchez Carrión y de Baquíjano y Carrillo; la "balcanización" del Perú” Confederación de los Andes y la Constitución Vitalicia de 1826 de Simón Bolívar; el Congreso Constituyente de la Mar y Luna Pizarra en 1827;-la Constitución de 1828 y el "federalismo" de las Juntas Departamentales; la Convención de Luna Pizarro y Vigil y la anarquía política económica que representaron Bermudez, Nieto, Orbegoso y Riva Agüero en 1834; la reacción de Salaverry en 1835; la Constitución de Huancayo, en 1839; la pugna carolino-guadalupana que representaron Bartolomé Herrera y Domingo Elias; la rebelión de Vivanco y la actuación de Benito Laso, en 1824; el gobierno de Ramón Castilla en 1845; la esencia del Congreso Americano y la ley del presupuesto; la anarquía económica y la creación de bancos entre 1855 y 1872; la actuación de los Galvez y de Francisco de Paula Gomales Vigil; el gobierno de Echenique en 1851; la Ley de la consolidación de la deuda interna, el despilfarro del guano y del salitre y la compra de la libertad de los negros por Castilla; la fundación del Club Nacional en 1855; la Constitución de Pedro y José Galvez, en 1856; el proyecto de Constitución de Estado corporativo de Bartolomé Herrera, en 1860; las constituciones de 1860 y 1867; la fundación del Club "De la Unión" en 1868; y la fundación del Partido Civilista.
Tal vez si este replanteamiento nos ayude a contestar las siguientes preguntas: ¿Por qué sobrevivió el civilismo?; ¿Quines fue ron sus herederos en los últimos tiempos?, ¿Porqué el fascismo fue defendido y apoyado por Sánchez Cerro? ¿Porqué la insurgencia masiva del PAP?, ¿Traicionó el PAP a sus postulados originales?, ¿Qué papel desempeñaron Raúl y Rómulo Ferrero Rebagliatti (Rebagliati), ideólogos, defensores y propulsores, del fascismo en el Perú?, ¿Cómo explicar la permanencia del aprismo en los últimos 60 años de nuestra vida republicana?, ¿A qué responde el corporatiivismo-de Víctor Andrés Belaunde?, ¿A qué hechos responde la actualización del troskismo y la proliferación de los libros de sus ideólogos en la década del 60-70? y, finalmente, ¿Cómo interpretar la insurgencia y presencia de José Carlos Mariátegui en el panorama peruano?..
Pocas cosas nos dan una sensación mas aguda del paso del tiempo que contemplar los hechos experimentados por generaciones sucesivas y pasadas, con algunas de las cuáles respiramos el mismo aire de época, las mismas expectativas, temores y esperanzas de lo que entonces era todavía futuro.
Juan Santos Atahualpa, Tupac Amaru, Vidaurre, Monteagudo, Santiago Tavara, Gonzales Prada, Valdelomar, Carlos Wiesse, Atusparia, Vallejo, las víctimas de la lucha de la jornada por. las ocho horas, los muertos de la masacre de Malpaso, Mariátegui, Domingo Huanca, Francisco Chilihuaní, Erasmo Roca, Ezequiel Urviola, Carlos Condorona, Paulino Romero, Eleodoro Benet, el Comité Pro-derechos indígenas Tahuantinsuyo de 1920, Luis de la Puente, los muertos de la masacre de Huanta en 1968, Budelio Espinoza muerto el 8 .de Julio de 1971, Aurora Vivar Vásquez, Efailiano Huamantica, y muchas otras personalidades populares prestas frente a Manuel Pardo, José Santos Chacana, Nicolás Corpancho, José Antonio Barrenechea, Bartolomé Herrera, José de la Riva agüero y Osma, Augusto B, Leguía., Pedro Beltrán, Víctor Andrés Belaunde, Luis Bedoya Reyes, Hernando de Soto, Fernando Belaúnde Terry, Juan Velasco Alvarado y el mismísimo Mario Vargas Llosa, son imágenes de personajes que se encuentran definitivamente fijadas por la trascendencia histórica de sus hechos. Actos qué no dejan de suscitar juicios contradictorios entre nosotros, imágenes que nos servimos de ellas, por ser vidas conclusas, para ventilar nuestras actuales querellas, para debatirnos entre las expectativas, temores y esperanzas, a que nuestro propio futuro esta abierto. Enfrentarse con tales figuras, es enfrentarnos con su tiempo y juzgarlo. Una operación sin duda sana cuando ese tiempo es él inmediato anterior o el mismo que estamos viviendo. Conviene "repensar" el Perú hasta el cansancio.

1 comentario:

Patricio Lynch Solo de Saldivar dijo...

balcanizacion del peru la unica solucion posible.-