domingo, noviembre 16, 2025

Carlos Espá y Alejandro Santa María: la fórmula del blindaje oligárquico bajo la Agenda 2030

Carlos Espá y Alejandro Santa María: la fórmula del blindaje oligárquico bajo la Agenda 2030

Por más que se presente como “insurgente” o “democrático”, el proyecto presidencial de Carlos Espá Garcés-Alvear y Alejandro Santa María Silva no representa una ruptura con el orden establecido, sino su sofisticada continuidad. Espá, empresario vinculado al Club Nacional desde 1995 y rodeado de operadores mineros y mediáticos, encarna el rostro amable de una élite que busca reposicionarse tras el descrédito de los partidos tradicionales. Su discurso de outsider es una fachada: detrás se alinean redes de poder económico, estructuras de privilegio y operadores jurídicos que han defendido intereses corporativos como los de Odebrecht en Rutas de Lima.


Alejandro Santa María, por su parte, aporta el blindaje técnico. Excongresista y promotor de la Cátedra Willy Brandt sobre los ODS, representa el ala institucionalista del proyecto, alineada con la Agenda 2030 y sus estándares globalistas. Aunque los Objetivos de Desarrollo Sostenible pueden parecer nobles, su uso político en esta fórmula revela una estrategia de cipayaje normativo: administrar el descontento ciudadano desde una arquitectura tecnocrática, sin vocación redistributiva ni arraigo territorial patriota. Su uso en el discurso político puede ser interpretado como alineamiento con agendas globalistas, especialmente en el marco de la candidatura presidencial de Carlos Espá. Aunque promueve valores como sostenibilidad y gobernanza, no representa una instancia de consulta popular ni territorial, lo que ha generado críticas desde sectores que denuncian los aspecto totalitarios de la agenda 2030.

La fórmula Espá–Santa María no busca transformar el país desde abajo, sino gestionar la crisis desde arriba, con retórica de cambio y praxis de continuidad. Frente a esta candidatura, es urgente desenmascarar el simulacro de renovación que propone SíCreo. No se trata de una insurgencia democrática, sino de una restauración oligárquica con rostro técnico. La ciudadanía debe mirar más allá del discurso y evaluar las trayectorias, vínculos y silencios que configuran esta fórmula. Porque detrás de cada promesa de orden, puede esconderse una nueva forma de exclusión.

🧷 Lectura crítica del discurso de Carlos Espá: populismo tributario y simulacro de confrontación

En su intervención, Carlos Espá plantea una reforma tributaria que incluye la eliminación de “35 impuestos antitécnicos” y la devolución del IGV para fortalecer el sistema privado de pensiones. Esta propuesta, lejos de representar una reforma progresiva, beneficia al capital concentrado, debilitando el rol redistributivo del Estado y trasladando recursos públicos al sistema financiero privado. El uso de la “cuestión de confianza” como mecanismo de presión institucional revela una estrategia de confrontación controlada, donde el Ejecutivo se presenta como víctima del Congreso, pero sin proponer una arquitectura participativa ni territorial, puesto que no reconoce la diversidad del país y la necesidad ciudadana de construir políticas públicas desde las realidades locales, no solo desde Lima o desde una élite centralista.

Espá apela a la emocionalidad popular (“no se olviden de mí”) para legitimar una narrativa de movilización ciudadana que no tiene correlato en estructuras organizativas reales, sino que se basa en la delegación acrítica del respaldo. Su crítica al parlamentarismo encubre una visión hiperpresidencialista, donde el poder se concentra en el Ejecutivo sin mecanismos de control ciudadano. Al citar casos como PPK, Espá construye una narrativa de “desapego al poder” que contrasta con su entorno elitista y sus vínculos con operadores empresariales.

Rafael Rey, exministro y figura emblemática del conservadurismo peruano, ha asumido un rol activo en la promoción de la candidatura de Carlos Espá Garcés-Alvear. Su respaldo se ha manifestado públicamente a través de medios afines, donde ha defendido el discurso de “insurgencia democrática” que Espá propone, así como su estrategia de confrontación con el Congreso. Este apoyo no es casual: ambos comparten vínculos con el Club Nacional, espacio tradicional de articulación oligárquica, lo que refuerza la lectura de que la fórmula presidencial de SíCreo responde a una restauración del poder económico bajo nuevas narrativas.

Aunque Rey no ocupa un cargo formal dentro del partido, su presencia como promotor informal ha sido constante. En entrevistas y paneles, elogia la narrativa de Espá como alternativa al “sistema político corrupto”, reforzando su imagen de outsider. Desde su posición como exministro y figura con trayectoria institucional, Rey otorga legitimidad técnica y moral a las propuestas de Espá, especialmente en temas como la reforma tributaria, el uso de la cuestión de confianza y la crítica al parlamentarismo encubierto. Esta validación opera como blindaje discursivo, permitiendo que Espá se presente como disruptivo sin romper con las estructuras de poder que lo sostienen.

La defensa de Espá por parte de Rey no es ideológicamente neutra. Responde a una estrategia de reposicionamiento de sectores conservadores que buscan capitalizar el descontento ciudadano sin alterar el modelo económico vigente. Rey, quien en el pasado defendió intereses corporativos como los de Odebrecht en el caso Rutas de Lima, aparece ahora como vocero de una “insurgencia” que no cuestiona las bases del poder, sino que busca administrarlo desde una nueva élite. En este contexto, el respaldo de Rey no representa una garantía de cambio, sino una señal de continuidad oligárquica bajo retórica renovada.

Rutas de Lima, tras la salida de Odebrecht, pasó a ser controlada por Brookfield Infrastructure Partners, brazo operativo de Brookfield Asset Management Ltd. (BAM). Esta última es propiedad mayoritaria de Brookfield Corporation, que a su vez cuenta entre sus principales accionistas institucionales a Partners Value Investments LP, Royal Bank of Canada, Capital Group, y también BlackRock.

BlackRock forma parte del ecosistema financiero que sostiene su expansión, con inversiones cruzadas en sectores estratégicos como infraestructura vial, energía y bienes raíces, todos alineados con los ejes de la Agenda 2030. En este entramado, la defensa de los peajes por parte de Rey no puede leerse como un acto aislado, sino como parte de una arquitectura de blindaje discursivo y normativo que protege los intereses de conglomerados transnacionales.

🧭 Reflexión patriota

Frente a este entramado de reciclaje político y blindaje financiero, la defensa del Perú exige algo más que discursos de insurgencia prefabricada. No basta con cambiar los rostros si se mantienen intactas las estructuras que subordinan el interés nacional a conglomerados transnacionales y operadores de élite. El verdadero patriotismo no se negocia en paneles ni se disfraza de outsider, sino que se construye desde la soberanía territorial, la justicia económica y la memoria histórica.

El Perú no necesita administradores de la élite, sino defensores de su pueblo. La insurgencia verdadera no se pacta con los fondos globalistas ni se legitima desde el Club Nacional. Se forja desde abajo, con ética, con memoria, y con la convicción de que la patria no se alquila, se defiende.

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