LA INDEPENDENCIA Y LOS NUEVOS AMERICANOS ESTADOS
En América, el poder económico de la ciase encomendera no decreció., Su poder aumentó con la ruptura del monopolio comercial español. Este hecho, fundamental para ella, la obligó a pelear y hasta morir en las batallas de Junín y Ayacucho, Chacabuco y Maípu, y en Carabobo y Boyacá. Con estas victorias conquista la libertad para desarrollar sus actividades comerciales que, hasta aquí, habían sido controladas por la corona española. El comercio que había determinado casi todas las actividades humanas de la Colonia, se afirmó con la independencia. Sus defensores, los encomenderos virreynales, se convirtieron en los portavoces del liberalismo económico cuyos descendientes, hasta hoy, defienden.
En estas condiciones, la clase dominante americana, obtiene muchas ganancias y se hace pasar por capitalista burguesa. No ocurrió aquí, lo sucedido en Europa: el declive del terrateniente y su reemplazo por los representantes del capital burgués.
Para comprender este fenómeno, debemos recordar que cuando creció el grito de independencia de 0'Higgins, de Bolívar, de Manuel Espantoso y Avellan, y de San Martín, contra el gobierno español,
entraron en la lucha bayo la consigna de la libertad. Fue, obviamente, la libertad política y económica para la clase dominante americana.
El triunfo de la independencia americana, en el fondo, sirvió a intereses económicos de clase. La esclavitud no se derrumbó. Los campesinos, por esto, nunca tuvieron la posibilidad de ser propietarios de sus tierras, hasta hoy, e1 "Estado independiente" que aparecía seguía protegiendo las viejas propiedades encomenderas establecidas desde la Conquista. Favorecía la propiedad teniendo en cuenta su origen. Al principio había que ser de casta. Mientras el estado capitalista burgués, en Europa, defendía la propiedad privada sin importarle su origen, en los nuevos estados americanos, sucedía todo lo contrario. Por eso, hasta las reformas agrarias en las que el Estado pagaba al encomendero el valor de sus tierras, no funcionaron.
Los nuevos estados americanos ampararon, totalmente, la propiedad encomendera colonial otorgándole toda clase de apoyo y protección. Continuaron manteniendo los viejos privilegios del hidalgo de la invasión española. Sus oligarquías fueron singulares, Construían grandes casas solariegas para exhibir sus escudos y los retratos mal hechos de sus antepasados; para contemplar sus títulos; blasones y puestos burocráticos o para admirar sus árboles genealógicos. Desde allí se sentían separados de la gentuza, del populacho. En ellos predominaba la desigualdad y el individualismo. Por encima del valor y de sus intereses materiales sus matrimonios siempre fueron endogamáticos. Muchas veces los padres imponían el esposo o la esposa a sus hijos, antes que estos nacieran. Esto que aparecía como un deber impuesto por la tradición y el rango no era mas que la única alternativa para mantener, prolongar y agrandar, el poderío económico de las castas oligárquicas, hasta hoy. Paralelamente, compraron los títulos nobiliarios de Castilla para tratar de parecerse a la auténtica nobleza española. Esto les reafirmó, especialmente en el Perú, su desprecio al trabajo y al trabajador europeo no español. Fue un orgullo fatuo. Más temprano que tarde aceptaron, en su seno, al comerciante italiano, o al mercachifle ingles, alemán, francés o norteamericano.
Desde sus inicios la clase dominante americana frente a la nobleza europea y pese a sus "títulos nobiliarios", no pudo ocultar sus impuros orígenes, ni su oscuro proceder, Al final, no dejaría de ser el conjunto de "marqueses de chocolate" tai como fue conocida en Europa; ni la "chusma dorada", como la definiría Jorge Alessandri.
Ante el humilde, esta "aristocracia" es rígida y valiente, aunque frente al Virrey o al imperio de turno es todo lo contrario. Con tal dé obtener algún cargo oficial no omite ninguna abyección, que siempre considera milagrosa, Nació para colona, para las caricias y para la humillación palaciega. Durante toda su existencia especula con la búsqueda del milagro divino, la piedra filosofal que convierta en escudos y títulos nobiliarios, en cargos burocráticos o en divisas personales, sus impulsos espirituales. Durante toda nuestra vida republicana siempre es la primera en asistir a los besamanos presidenciales ante la ausencia de virreyes y de alabarderos a quien adorar. De igual manera proceden con la fuerza bruta simbolizada en los caudillos militares o civiles.
Con su egoísmo inescrupuloso- brindaron un mal ejemplo al pueblo-peruano.. Prostituyeron el honrado rumbo de las repúblicas americanas. Generacionalmente, cuanto mas se alejaron de sus ancestros fundacionales, más desarraigados estuvieron de los países de origen de aquellos y de, las propias raíces de los países donde nacieron.
Carecieron, por esto, de un principio directriz y de un elevado ideal republicano. Ni impulsaron ni frenaron si desarrollo republicano, simplemente, no les intereso, como hasta hoy. Sus apellidos siempre sirvieron para legalizar el contrabando de malos fines o para llevar, ocultamente, el frágil fardo de sus malas ambiciones. En las guerras de la Independencia no tuvieron un rol determinante. Alejados San Martín y Bolívar del territorio de las repúblicas que independizaban, deambularon porque ellos mismos no sabían lo que querían; si República o Monarquía.
De ellos nos dice Jorge Guillermo Leguia: "... debieron orientar a la nación, y la desviaron; debieron ser los primeros en la acción, y fueron los últimos; debieron conquistar con su talento y con su abnegación patriótica nuevos títulos que reemplazacen a los que les abolió la República, y no conservaran los unos ni adquirieron los otros; debieron ser nuestros "pelucones", y no fueron, ni nuestros "pipiólos"..»".
Despreciaron al comerciante y al industrial. Y, esta sociedad basada en la propiedad encomendera, en el poder del encomendero o gamonal, en la divina y total sujeción de los campesinos y de los trabajadores, proclamaba que su régimen se basaba en la libertad.. AI luchar contra la corona española proclamó la independencia de los encomenderos y de sus propiedades. Se sentía orgullosa que el Estado hubiese dejado de ser una dependencia de la corona aunque, en el fondo, continuaba viviendo bajo los mismos moldes y bajo la misma espiritualidad de la colonia. He aquí la esencia de la semi-feudalidad establecida por José Carlos Afariátegui.,
De un Estado encomendero colonial, pasamos a un Estado encomendero independiente. Con la independencia de España sólo cambiaron las formas de encomenderismo. Este problema, el problema del Estado, ha adquirido una tremenda importancia en los últimos tiempos. Es el foco de todas nuestras polémicas políticas del presente. Debates hábilmente evadidos por quienes, pretextando gran sabiduría, intentaron hacernos creer que, este problema, era una circunstancia histórica pasada.
En realidad las formas de dominación del viejo Estado colonial americano, nunca variaron. Su poder, desde la invasión española del siglo XVI, siempre estuvo en manos de los encomenderos y de sus descendientes. Desde aquellos tiempos, hasta hoy, formaron una casta agresiva, selecta y desintegrada. El sufragio universal, las asambleas constituyentes, el Parlamento, no fueron sino formas burguesas que se superpusieron a nuestra esencialidad colonial. Modernizaron las formas de la propiedad colonial pero no acabaron con los usos y las costumbres coloniales. Cambiamos de atuendo pero no de talento.
En América, el poder económico de la ciase encomendera no decreció., Su poder aumentó con la ruptura del monopolio comercial español. Este hecho, fundamental para ella, la obligó a pelear y hasta morir en las batallas de Junín y Ayacucho, Chacabuco y Maípu, y en Carabobo y Boyacá. Con estas victorias conquista la libertad para desarrollar sus actividades comerciales que, hasta aquí, habían sido controladas por la corona española. El comercio que había determinado casi todas las actividades humanas de la Colonia, se afirmó con la independencia. Sus defensores, los encomenderos virreynales, se convirtieron en los portavoces del liberalismo económico cuyos descendientes, hasta hoy, defienden.
En estas condiciones, la clase dominante americana, obtiene muchas ganancias y se hace pasar por capitalista burguesa. No ocurrió aquí, lo sucedido en Europa: el declive del terrateniente y su reemplazo por los representantes del capital burgués.
Para comprender este fenómeno, debemos recordar que cuando creció el grito de independencia de 0'Higgins, de Bolívar, de Manuel Espantoso y Avellan, y de San Martín, contra el gobierno español,
entraron en la lucha bayo la consigna de la libertad. Fue, obviamente, la libertad política y económica para la clase dominante americana.
El triunfo de la independencia americana, en el fondo, sirvió a intereses económicos de clase. La esclavitud no se derrumbó. Los campesinos, por esto, nunca tuvieron la posibilidad de ser propietarios de sus tierras, hasta hoy, e1 "Estado independiente" que aparecía seguía protegiendo las viejas propiedades encomenderas establecidas desde la Conquista. Favorecía la propiedad teniendo en cuenta su origen. Al principio había que ser de casta. Mientras el estado capitalista burgués, en Europa, defendía la propiedad privada sin importarle su origen, en los nuevos estados americanos, sucedía todo lo contrario. Por eso, hasta las reformas agrarias en las que el Estado pagaba al encomendero el valor de sus tierras, no funcionaron.
Los nuevos estados americanos ampararon, totalmente, la propiedad encomendera colonial otorgándole toda clase de apoyo y protección. Continuaron manteniendo los viejos privilegios del hidalgo de la invasión española. Sus oligarquías fueron singulares, Construían grandes casas solariegas para exhibir sus escudos y los retratos mal hechos de sus antepasados; para contemplar sus títulos; blasones y puestos burocráticos o para admirar sus árboles genealógicos. Desde allí se sentían separados de la gentuza, del populacho. En ellos predominaba la desigualdad y el individualismo. Por encima del valor y de sus intereses materiales sus matrimonios siempre fueron endogamáticos. Muchas veces los padres imponían el esposo o la esposa a sus hijos, antes que estos nacieran. Esto que aparecía como un deber impuesto por la tradición y el rango no era mas que la única alternativa para mantener, prolongar y agrandar, el poderío económico de las castas oligárquicas, hasta hoy. Paralelamente, compraron los títulos nobiliarios de Castilla para tratar de parecerse a la auténtica nobleza española. Esto les reafirmó, especialmente en el Perú, su desprecio al trabajo y al trabajador europeo no español. Fue un orgullo fatuo. Más temprano que tarde aceptaron, en su seno, al comerciante italiano, o al mercachifle ingles, alemán, francés o norteamericano.
Desde sus inicios la clase dominante americana frente a la nobleza europea y pese a sus "títulos nobiliarios", no pudo ocultar sus impuros orígenes, ni su oscuro proceder, Al final, no dejaría de ser el conjunto de "marqueses de chocolate" tai como fue conocida en Europa; ni la "chusma dorada", como la definiría Jorge Alessandri.
Ante el humilde, esta "aristocracia" es rígida y valiente, aunque frente al Virrey o al imperio de turno es todo lo contrario. Con tal dé obtener algún cargo oficial no omite ninguna abyección, que siempre considera milagrosa, Nació para colona, para las caricias y para la humillación palaciega. Durante toda su existencia especula con la búsqueda del milagro divino, la piedra filosofal que convierta en escudos y títulos nobiliarios, en cargos burocráticos o en divisas personales, sus impulsos espirituales. Durante toda nuestra vida republicana siempre es la primera en asistir a los besamanos presidenciales ante la ausencia de virreyes y de alabarderos a quien adorar. De igual manera proceden con la fuerza bruta simbolizada en los caudillos militares o civiles.
Con su egoísmo inescrupuloso- brindaron un mal ejemplo al pueblo-peruano.. Prostituyeron el honrado rumbo de las repúblicas americanas. Generacionalmente, cuanto mas se alejaron de sus ancestros fundacionales, más desarraigados estuvieron de los países de origen de aquellos y de, las propias raíces de los países donde nacieron.
Carecieron, por esto, de un principio directriz y de un elevado ideal republicano. Ni impulsaron ni frenaron si desarrollo republicano, simplemente, no les intereso, como hasta hoy. Sus apellidos siempre sirvieron para legalizar el contrabando de malos fines o para llevar, ocultamente, el frágil fardo de sus malas ambiciones. En las guerras de la Independencia no tuvieron un rol determinante. Alejados San Martín y Bolívar del territorio de las repúblicas que independizaban, deambularon porque ellos mismos no sabían lo que querían; si República o Monarquía.
De ellos nos dice Jorge Guillermo Leguia: "... debieron orientar a la nación, y la desviaron; debieron ser los primeros en la acción, y fueron los últimos; debieron conquistar con su talento y con su abnegación patriótica nuevos títulos que reemplazacen a los que les abolió la República, y no conservaran los unos ni adquirieron los otros; debieron ser nuestros "pelucones", y no fueron, ni nuestros "pipiólos"..»".
Despreciaron al comerciante y al industrial. Y, esta sociedad basada en la propiedad encomendera, en el poder del encomendero o gamonal, en la divina y total sujeción de los campesinos y de los trabajadores, proclamaba que su régimen se basaba en la libertad.. AI luchar contra la corona española proclamó la independencia de los encomenderos y de sus propiedades. Se sentía orgullosa que el Estado hubiese dejado de ser una dependencia de la corona aunque, en el fondo, continuaba viviendo bajo los mismos moldes y bajo la misma espiritualidad de la colonia. He aquí la esencia de la semi-feudalidad establecida por José Carlos Afariátegui.,
De un Estado encomendero colonial, pasamos a un Estado encomendero independiente. Con la independencia de España sólo cambiaron las formas de encomenderismo. Este problema, el problema del Estado, ha adquirido una tremenda importancia en los últimos tiempos. Es el foco de todas nuestras polémicas políticas del presente. Debates hábilmente evadidos por quienes, pretextando gran sabiduría, intentaron hacernos creer que, este problema, era una circunstancia histórica pasada.
En realidad las formas de dominación del viejo Estado colonial americano, nunca variaron. Su poder, desde la invasión española del siglo XVI, siempre estuvo en manos de los encomenderos y de sus descendientes. Desde aquellos tiempos, hasta hoy, formaron una casta agresiva, selecta y desintegrada. El sufragio universal, las asambleas constituyentes, el Parlamento, no fueron sino formas burguesas que se superpusieron a nuestra esencialidad colonial. Modernizaron las formas de la propiedad colonial pero no acabaron con los usos y las costumbres coloniales. Cambiamos de atuendo pero no de talento.
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